Recibido de ingeniero industrial hace apenas 5 años, Ariel busco combinar sus conocimientos con su pasión: el mountain bike.
Mientras trabajaba en una fábrica intentó con un emprendimiento para producir una pieza de bicicletas (fusible), pero no funcionó.
La cosa siguió pero el "bichito" por emprender algo propio no dejó de darle comezón a este joven ingeniero. Así fue como en 2013 convenció a su padre -tras largas y, a veces, encendidas conversaciones- de que se sumará a su proyecto.
El ingeniero (mecánico) Jorge Quiroga tiene una pequeña fábrica de suelas y Ariel quería hacer zapatillas especiales para ciclistas. "El 95% de este producto se importa de Asia y Europa, me puse a investigar y se podía hacer acá mucho mejor e incluso con precios competitivos", afirma.
Con aportes propios y de su familia empezó con su emprendimiento, que incluye el aparado (costura), moldeado e inyectado de suela, capellada y armado. A mediados de 2014 tenía su primera zapatilla, la hizo probar por uno de los mejores corredores locales -Matías Baudino-, corrigió errores e hizo varios pares. Ese año se fue al desafío del Río Pinto con una muestra.
En paralelo cambió de trabajo y empezó en FAdeA, donde tenía un buen sueldo y podía crecer como ingeniero.
Sin embargo siguió profundizando la idea de su propia empresa. Ya había conseguido una empresa madrina (Venex Computación) para el programa provincial Emprende Inndustria y un subsidio del Parque Emprendedor de la Nación. Además, estaba perfeccionándose en la fundación E+E ("algo que recomiendo 100%", dice).
El día D
En 2015 probó nuevamente en la competencia de Capilla del Monte a través del canal comercial tradicional. Una empresa porteña se llevó 20 pares y a la semana estaba pidiéndole 20 más. "Ahí nos dimos cuenta que teníamos un buen producto pero también que queríamos ir de a poco. Así que nos enfocamos en un proceso serio de crecimiento", acota. Para esa época su hermano, el contador Cristian Quiroga, ya estaba en el área comercial de la empresa.
Entonces, la decisión era optar por un camino. Y a comienzos de este año Ariel eligió el de desarrollar su propia empresa en lugar de la "seguridad" de FAdeA. "No quería estar en una empresa 8 horas por día. No digo que eso esté mal, sólo que no era mi plan", reflexiona.
Hoy las X-Trail (que cuestan entre $ 1.000 y $ 2.000 por par) ya son marca registrada y Quiroga promociona sus productos con stands en las competencias más destacadas de la actividad.
"Vamos a lanzar la línea femenina en breve; para el año próximo estamos pensando en la presentación de la indumentaria y a largo plazo no descartamos exportar" destaca.
¿Y hoy qué te moviliza?, le preguntamos. "Dedicarme a lo que me apasiona, haber decidido por la libertad de pensar y hacer lo que quería", responde con la velocidad de un sprint final. (GL)