“Hay mucho debate principalmente por el tema del etiquetado y de lo que hace bien y hace mal. En el mundo hay 40 etiquetados distintos. Esto está entre los temas que tenemos que ir resolviendo”. Escueto, así fijó Luis Pagani su posición sobre un tema espinoso y que prefieren “no menear”.
Su compañero de mesa e industria en el marco del B20 que pasó por Córdoba, Miguel Kozuszok, de Unilever, es menos parco: “Trabajamos en un programa de reducción de ingredientes que consideramos que consumidos en exceso pueden provocar un daño en la población: azúcar, grasas y sodio. El último año, por ejemplo, bajamos el 25% de la cantidad de sodio en los productos Knorr que son caldos y sopas. Ese es un cambio, bastante rotundo”.
Claro, Unilever tiene muy pocos productos con azúcar (hace poco vendió Ades), el nuevo enemigo a hacer retroceder por las autoridades de salud del mundo. El sodio (malo en altas dosis para el sistema cardiovascular) y las grasas (otra categoría peligrosa) son el foco donde apunta la ley de etiquetado de Chile, que obliga a usar advertencias muy grandes en los paquetes.
El paso siguiente mete más miedo aún a la industria: la prohibición de publicitar los productos menos saludables, como ya se hizo con el tabaco y -parcialmente- con las bebidas alcohólicas.