Se estima que en la Riviera Maya (principalmente Playa del Carmen, pero también zonas aledañas como Tulúm, Puerto Aventura y Puerto Morelos) viven entre 12.000 y 14.000 argentinos estables, es decir que fueron, probaron y decidieron quedarse. La mayoría tienen entre 24 y 32 años, aunque últimamente se observa la llegada de gente aún menor.
Pero dentro de las diferentes tonadas argentinas, se podría decir que la mayoría es cordobesa. Jaime Kloner es uno de ellos. Llegó a Playa (como los residentes le dicen al lugar) hace 6 años a probar suerte. Hoy es el dueño de Obey your Body, que vende cosméticos de alta gama traídos del Mar Muerto, en el Paseo del Carmen Shopping. Además, creó “SALE, tu puerta al mundo”, una consultora de recursos humanos que ofrece trabajo a argentinos en la Riviera Maya. “Ya hemos colocado a 350 compatriotas”, sostiene orgulloso.
Oriana Argüello es otra cordobesa que trabaja en el mismo shopping, vendiendo planchas para el cabello. Ella considera que el “boca a boca” es lo que ha dado lugar a este boom de argentinos en Playa del Carmen, que se evidencia desde hace 5 años, aproximadamente.
“El que llega, pone una foto en Facebook, con el mar de fondo, y el receptor del mensaje entiende que es espectacular trabajar en un lugar así; si a eso le sumamos que los millennials viajan más y que para vivir acá no hace falta mucho dinero, la ecuación cierra”, opina Kloner al respecto.
El modus operandi es llegar, parar en un hostel, buscar un trabajo (en muchos casos se hace voluntariado, que es atender el hostel por 6 horas a cambio de comida y habitación) y al cabo de unos meses alquilar un departamento y compartir los gastos con tres compañeros más, conocidos en el hostel. El alquiler de un departamento amoblado cuesta aproximadamente 8 mil pesos mexicanos (unos 10 mil argentinos). “Si lo dividís entre 4 personas, por dos mil pesos vivís a cuadras del mar, trabajás medio turno, en el tiempo libre conocés lugares increíbles y te sale más barato que Nueva Córdoba”, comenta Kloner.
Dana y Denis San Martín, dos hermanos de Carlos Paz que decidieron pasar unos meses en la zona para conocer mientras hacen trabajos temporales, están convencidos de que “la labia” es el plus con el que cuenta un argentino para conseguir un puesto laboral. Por su parte, Jaime Kloner agrega que “si vos bajás dos cambios el ego y vas humildemente a una entrevista, te dan sí o sí el cargo”. Las chicas tienen muchas oportunidades como promotoras en eventos, también en locales de venta de ropa y restaurantes. Y los hombres, si tienen algún conocimiento básico de venta, les va muy bien (sobre todo en los rubros cosmética y tiempo compartido). Lo que hace la diferencia son las propinas. Y es muy valorado saber inglés.
La mayoría de los argentinos está en condición de turista. Y es que conseguir la “legalidad” cuesta aproximadamente US$1.500. Y como la gran mayoría va sin dinero a probar suerte, el poco que lleva no lo quiere destinar en hacer “los papeles”. Sin embargo, es aconsejable estar de manera legal, ya que de esa forma se tiene acceso a mejores puestos de trabajo.
La ventaja con la que cuenta un compatriota cuando se establece en la Riviera Maya, es que si pone esfuerzo y hace las cosas bien, tiene grandes posibilidades de convertirse en dueño. “Acá no vas a ser empleado toda la vida, una vez que encontrás lo que sabés hacer, podés dar el salto, porque la ciudad aún se está armando, hay mucho para crear todavía”, explica Jaime Kloner.
Ejemplo de ello es el caso de Alfonso Molinari, un salteño que montó Tulum Uff Comida Casera, un delivery de platos con sabor argentino. Cuenta que en el poco tiempo que lleva allí, ya debió mudarse a un lugar con mayor espacio y que ha llamado a varios amigos para que vayan a darle una mano.
Emprendimientos argentinos hay de todo tipo: panaderías y pastelerías, restaurantes como El Patio y Mandarinas, una empresa organizadora de eventos, parrillas como La Fonda Argentina, hostels y la fábrica de cerveza artesanal Pescadores. Otros con menos inversión, se las rebuscan haciendo alfajores o sándwiches de milanesa para vender en la playa. Parece que para todos sale el sol, a la orilla del mar.