Explica Idesa: “Oficialismo y oposición comparten la aspiración de que menos gente pague el impuesto a las ganancias. ¿Qué fundamento puede tener esta propuesta? A manera de referencia, se puede apelar a la experiencia internacional. Según la OECD, en los países desarrollados el impuesto a las ganancias de las personas recauda aproximadamente 10% del PBI.
Según el Ministerio de Economía, en Argentina se observa el siguiente panorama:
- El impuesto a las ganancias de las personas humanas recauda el 2,4% del PBI.
- Por cargas sociales se recauda el 5,8% del PBI.
- Por el impuesto a los ingresos brutos se recauda el 4,0% del PBI.
Estos datos muestran que la recaudación del impuesto a las ganancias de las personas humanas en Argentina es muy reducida. Este bajo nivel se compensa, por ejemplo, con cargas sociales (que inciden sobre los salarios más bajos) y el impuesto a los ingresos brutos (con alto impacto sobre los consumos populares). Con estos dos tributos se recauda 4 veces más que con el impuesto a las ganancias. Esto deja al desnudo que la iniciativa del oficialismo y la oposición solo tiene fundamento en el oportunismo de congraciarse con sectores electoralmente relevantes y de alto poder adquisitivo. En otras palabras, el progresismo es para los discursos. Las decisiones van en sentido contrario: se reduce la incidencia del impuesto progresivo (ganancias), mientras se mantienen los impuestos regresivos (cargas sociales e ingresos brutos).
En el actual contexto, impulsar la reducción del impuesto a las ganancias, argumentando compromiso con la Justicia Social, es un acto extremo de hipocresía. Para generar un sistema tributario que promueva el desarrollo social con equidad, se necesita un ordenamiento integral que apunte a la simplificación, a la morigeración de los impuestos más injustos y distorsivos, y a la eliminación del más destructivo: la inflación.