Claudio Fabián ‘Chiqui’ Tapia se metió en los festejos, estuvo en el escenario, besó la copa, la acarició y se la pasó casi de inmediato a Sergio ‘Kun’ Agüero, otro de los que no pudo jugar, aunque igualmente se sienta campeón.
Abrazó a Messi y a Dibu. Porque Tapia no solo sumó la tercera estrella para las vitrinas de AFA, sino que también a nivel personal da un tremendo salto de calidad y de pantalla. Y no únicamente en Conmebol, porque la conquista de Qatar le da la chance ahora de volver a ocupar la silla que alguna vez ostentó Julio Humberto Grondona en el Comité FIFA.
La Copa del Mundo siempre significó un salto de calidad en lo institucional, en lo político, y se sabe que estas cosas siempre dan una pantalla diferente. Le pasó a Grondona con la histórica final del Nacional ’77 entre Talleres e Independiente, en un campeonato que quedó para los de Avellaneda y catapultó al hombre de Sarandí al despacho principal de AFA. Para relegar así a Amadeo Nucettelli, el histórico presidente de la ‘T’.
Y a esto, Don Julio pudo sumar la cosecha tras el triunfo en México ’86 con un campeonato que utilizó como trampolín, pero ya a nivel mundial. Porque lo catapultó a la rosca de la FIFA y a tener línea directa con Joao Havelange y con Joseph Blatter. Con mucha influencia sobre ambos.
Al punto que, sin Grondona, se pudo desentramar una red de corrupción con una generación de dirigentes investigados por la Justicia, con bienes incautados y sorteando la cárcel solo por ‘los fueros’. Los contactos. Grondona lo sabía bien y es por eso que supo gozar de las mieles del triunfo.
Tapia, su fiel aprendiz, busca el mismo camino. Se bancó callado el gol anulado a Lautaro Martínez por el VAR en el partido del debut contra Arabia y supo protestar donde había que hacerlo. No en los medios, en la mesa del poder, ahí donde ostenta mayor habilidad que el propio Leo Messi.
¿El resultado? Argentina recibió el beneficio de algunos penales inexistentes como el sancionado frente a Polonia. El campeón contó con cinco a su favor, de los cuales los dos primeros fueron muy dudosos.
En silencio, esta vez no fue impulsivo como en la Copa América 2019 cuando desde la cuenta de Twitter de AFA y desde la suya, Tapia salió a criticar el arbitraje entre Argentina y Brasil que perjudicó a un Lionel Scaloni que, por aquel entonces, aún era interino. Esta vez, supo protestar donde correspondía. Con cintura política.
Además, ratificó a Scaloni, aquel que agarró la Selección nacional cuando nadie quería. La jugada le salió tan bien que sumó también el regreso de César Luis Menotti y cerró la grieta con los campeones del ’86 también dándoles un lugar.
Ahora, levanta esta Copa que lo depositará en un lugar muy influyente en el poder nacional. con presencia en los canales de televisión, recibirá premios y será reconocido por llevar la tercera corona. Igual, su gran objetivo está en el Comité de FIFA, lugar al que deberá llegar ya sin Messi en cancha. Quien seguramente dejará la Selección luego de llegar a integrar ese Olimpo con Mario Kempes y Diego Maradona.
Lo que viene dentro de la cancha también será un desafío para ‘Chiqui’ Tapia. Allí, deberá apelar nuevamente al éxito de su scouting. El yerno de Moyano sonríe como nadie porque sabe que, después de agarrar y besar la copa, lo que viene es todo ganancia. Sabe que su carrera política tendrá un salto, aunque la sonrisa sea por lo bajo, con cautela, sin gritar demasiado los logros ni tomándolos como personales.
Tapia, aquel que se metió en el despacho principal de AFA por la ventana y llegando desde el gremialismo, ahora puja por un lugar en la cima de FIFA. Y desde ahí, con su pasado sindical, no objetará la idea de Gianni Infantino, el mandamás del fútbol mundial que quiere una Copa del Mundo con 48 equipos, tal vez, el más populista de todos los torneos. Ése que tendrá como sede Estados Unidos, México y Canadá.
Aunque no todo termine ahí. Porque también la agenda 2030 lo puede tener como protagonista peleando la sede regional y conjunta con Uruguay y Paraguay -tras guiño- a Conmebol, para conmemorar los 100 años del torneo. ¿Podrá?