En los próximos días, Rodrigo de Loredo enviará señales para robustecer la opción de ser el candidato a gobernador de Juntos por el Cambio en las elecciones del año próximo. De Loredo ha venido demostrando idéntico interés en ir por el Panal como por el Palacio 6 de Julio, pero se avecina un cambio de estrategia.
La candidatura a gobernador de la alianza opositora tiene tres protagonistas, hasta ahora: dos principales y uno complementario. Los actores son los vencedores de las PASO del 2021, Luis Juez y Rodrigo de Loredo, mientras que intenta terciar el macrista Gustavo Santos, probablemente seguro de que no tiene chances pero con el ánimo de sentar al PRO en la discusión.
Desde el minuto cero, Juez manifestó que quiere hacer su tercer intento por ganar la Gobernación. Ya perdió en 2007 y en 2011, y cree que el 2023 es su última posibilidad. Suena dramático, porque entonces tendrá 60 años y muchos períodos gubernamentales por delante, pero es cierto que si el peronismo vence con un plantel renovado resultará difícil desbancarlo, y si el radicalismo coloca a un hombre propio no habría motivos en el futuro para cederle la silla al jefe del Frente Cívico.
De Loredo, en tanto, aparece hasta ahora un día como desvelado por el estado de las plazas de la ciudad de Córdoba y, al siguiente, por la contaminación del dique Los Molinos. Una vez es candidato a gobernador, y la siguiente, a intendente.
Este juego ha permitido que Juez haya colado la certeza, en el círculo rojo local, de que él será quien compita contra Martín Llaryora por la sucesión de Juan Schiaretti. Peor aún, en la Unión Cívica Radical hay dirigentes que temen al municipalismo de De Loredo y presionan por un candidato propio para enfrentar a Juez en eventuales elecciones internas de la coalición (los más extremistas, como algunos intendentes, hasta maquinan la presentación “por afuera”).
En el deloredismo aseguran tener encuestas que, a largo plazo, indicarían que el diputado es mejor candidato que el senador, porque tendría un techo más alto, lo cual le proporcionaría, al final del camino, una intención de voto superior. Con ese material en la mano, encuentran con qué sostener las pretensiones provinciales. ¿Por qué dejarle el camino libre a Luis Juez?
¿De Loredo lo reconocerá públicamente, o será un juego de señales? Eso no está claro, porque la indefinición le es útil también mientras falta tanto tiempo para definir las candidaturas, y cuando todavía no se conoce el calendario provincial.
Si De Loredo acentúa su objetivo provincial, con actividades que lo confirmen, podría calmar a los radicales que no digieren a Juez, ya sea por motivos políticos genuinos o porque colaboran con el plan peronista; en el PJ temerían que con el jefe del Frente Cívico instalado en el Panal hayan perdido el poder y la tranquilidad.
En los últimos días, De Loredo conversó por teléfono con los principales dirigentes del Ente de Intendentes, a los que les habría prometido que iría por la Provincia. El tema de la re reelección, que sacude a la interna partidaria, no tendría al diputado como un activista a favor ni en contra (aunque ya dijo que se opone) para evitar más colisiones.
Desde ya, continuará con sus recorridas por el interior provincial. Los departamentos Tulumba y Río Segundo figuran en la agenda más inmediata.
También hay especulaciones sobre un posible encuentro de De Loredo con Mario Negri en Buenos Aires, al margen de lo parlamentario, para enfriar enojos pendientes. Juan Negri, quien aspira a ser el candidato a intendente de Juntos por el Cambio, estaría naturalmente muy interesado con que el diputado dispute la Gobernación. En el negrismo miran encuestas también, y evalúan que con De Loredo en el juego provincial, el concejal pasa a ser el mejor candidato para recuperar el Palacio 6 de Julio.
La relación con Juez, mientras tanto, seguiría en los carriles actuales. La idea es no confrontar negativamente y continuar presentándose incluso juntos, como la semana pasada en Villa General Belgrano, adonde participaron de una reunión organizada por Cartez.