El desafío electoral que se avecina es un trago amargo para Hacemos por Córdoba. Condicionado, una vez más, a enfrentar al kirchnerismo con el partido dividido en razón de una unidad que jamás llegó por resultar inadmisible para su base electoral, el oficialismo provincial ve con preocupación los comicios del medio término.
La premisa, sin embargo, es no desatender la gestión. Más aún, hacer de ella el principal argumento electoral. Una receta de probada eficacia a nivel provincial, y en la cual el Centro Cívico deberá atrincherarse para afrontar unas elecciones de medio término que jamás han sido su especialidad.
Pero el asunto no termina ahí. Las Legislativas son, en realidad, la antesala de algo mucho más trascendental para el peronismo de Córdoba: el 2023. La sucesión. La Provincia estará entonces en juego en un contexto aún desconocido que, a la distancia, se adivina encontrará al gobernador, o cerrando su carrera política, o liderando un proyecto nacional.
En atención a ese cruce de caminos, ya no tan lejano, los abanderados de las dos líneas sucesorias abiertas por Juan Schiaretti en las elecciones provinciales de 2019, el intendente Martín Llaryora y el vice gobernador Manuel Calvo, lideran una carrera de posicionamientos que, en rigor, también tiene a todos los dirigentes sub-50 del PJcomo participantes. Incluso a muchos de los que hoy están “del otro lado”, en las filas del “frentedetodismo”.
Calvo ha logrado, ayudado en parte por una carambola del destino llamada “pandemia”, una visibilidad superior a la que comúnmente adquiere el presidente de la Legislatura. Los estrictos cuidados que debió asumir el gobernador, principalmente durante el primer tramo de la emergencia sanitaria, le confirieron un protagonismo atípico a su vice.
Pero hay además otro elemento que le es propicio. La configuración del peronismo citadino.
En la ciudad el PJ Capital, encolumnado detrás de la primera dama provincial, Alejandra Vigo, convive en buenos términos con el llaryorismo, pero mantiene su identidad. El intendente, a su vez, parece haber decidido no construir en Córdoba a título personal durante el primer tramo de su gestión, y en lugar de ello ha ofrecido a otros sectores recursos para robustecer sus estructuras.
Esto, desde luego, ha generado celo en parte del PJ capitalino, que cree no haber sido suficientemente recompensado por su trabajo.
Estos sectores han iniciado diálogo con Calvo. En un principio, a través de legisladores viguistas que no trabajaron con el intendente. Pero luego también a través de reuniones directas entre el vicegobernador y algunos presidentes de seccional.
Ese diálogo directo fue muy apreciado por sus interlocutores que, en general, resienten no haber logrado un trato inmediato con el jefe comunal.
Estos movimientos sumados a la cercanía cultivada por el vicegobernador con Natalia de la Sota, portadora de uno de los apellidos más taquilleros de la provincia, dispararon algunas alarmas en el Palacio 6 de Julio, que buscó nexos para achicar posiciones con la heredará del fundador de Unión por Córdoba.
Hubo reunión, y el intendente y la legisladora hablaron de política. Desde el sector que responde a ella afirmaron entonces, “Natalia no tiene ningún problema en trabajar en un proyecto a futuro con Llaryora, pero también va a tomar las previsiones necesarias”, aludiendo a que, más allá de la buena predisposición y el compromiso asumido, el dirigente no dejará estudiar otros acuerdos. Lógico. Nadie cierra puertas que conviene mantener, al menos, entreabiertas.
Ahora se conocieron algunos términos del acercamiento conseguido entonces. El primero, las estructuras territoriales que responden al intendente y a la legisladora empezarán a trabajar de manera coordinada en las seccionales. El segundo, los ediles de uno y otro también recorrerán la ciudad conjuntamente durante la campaña. El tercero, la legisladora empezará a participar de algunos actos de la gestión municipal.
Este juego coordinado, que en la mente de sus artífices empezaría a bosquejar una fórmula electoral para el 2023, es aún apenas incipiente, y la campaña electoral que se avecina será, seguramente, la probeta en la que se pondrá a prueba.
Faltará escuchar, luego, qué piensan del ensayo el resto de los sectores que integran Hacemos por Córdoba, y que conservan incluso preeminencia.