Poco le duró al presidente de la UCR Nacional, el jujeño Gerardo Morales, la promesa impartida en tierra cordobesa durante su última visita: ponerle fin al coqueteo con el gobernador Juan Schiaretti que tanto incomoda a los aliados locales de Juntos por el Cambio.
Ayer, el radical compartió panel con el cordobés en el marco de un ciclo de diálogo organizado por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales que modera, desde hace años, la líder del GEN, Margarita Stolbizer.
La virtualidad del encuentro que se siguió por Zoom, no le restó energía a la buena sintonía que exhiben los dos gobernadores que públicamente admiten tener muchas coincidencias políticas, más allá de las escuderías que representan.
Cuando todavía la oposición cordobesa no termina de digerir el encuentro entre el ex presidente Mauricio Macri y el intendente Martín Llaryora, llega otro gesto de uno de los suyos que azuza un viejo fantasma: el de un entendimiento nacional con quien, en Córdoba, representa el rival a vencer.
Y más allá de que la política es el arte de lo posible, al menos hoy, resulta complicado imaginar un escenario en el que los acuerdos trabados nacionalmente se puedan disociar de lo local, como deslizan algunos defensores amarillos sobre el “diálogo abierto” con los peronistas.
Difícilmente este nuevo guiño entre Morales y Schiaretti caiga bien. Más allá de que para algunos peronistas tampoco resulta simpático, mientras más ruido se genere en la oposición, mejor, sostienen desde el oficialismo provincial. Y mientras el jefe político del PJ Córdoba no defina con qué armado nacional pretende desembarcar el año próximo y desde que lugar quiere jugar, habrá muchas fotos más con dirigentes nacionales. Eso sí, nunca será con kirchneristas.
Lo cierto es que ayer no sólo hubo elogios cruzados, sino que los dos gobernadores subrayaron las coincidencias sobre la hoja de ruta política a seguir para el 2023.
Stolbizer arrancó reconociendo el liderazgo de ambos y deseando que tanto el peronista como el radical puedan ser parte de la “solución” en la “Argentina que viene”.
Luego, le cedió la palabra a Schiaretti quien, frente a un auditorio nacional, expuso al detalle las características del modelo de “gestión Córdoba” que pretende exportar al plano central.
Parándose en cada reflexión como la antinomia del kirchnerismo, el cordobés dijo que en la provincia mediterránea “jamás no perseguimos a nadie, respetamos la libertad de prensa, la división de poderes, siempre fomentamos el pluralismo, alentamos el acuerdo y nunca el desacuerdo. Es clave esta manera de encarar las cosas porque nos permite que las instituciones puedan funcionar como corresponde”. Además, reiteró que en Córdoba no hay grieta porque “se respeta al que piensa distinto”.
También trazó un diagnóstico sobre la realidad económica del país, identificando lo que considera puntos claves de una Argentina que, según consideró, “lleva un largo ciclo sin crecimiento”.
En un contexto muy ameno para ambos, Schiaretti profundizó algunos conceptos vinculados a sus pretensiones nacionales; algo que en Córdoba esquiva mencionar cuando, rara vez, algún micrófono de la prensa local logra acercársele. Y es lógico que así sea, al menos en este momento; pues la gestión provincial atraviesa una zona de turbulencia política. El Gobierno tiene varios frentes abiertos que, naturalmente, le impiden al titular del Panal mostrarse enfocado en otra cosa que no sea en solucionar los problemas.
Lo cierto es que ayer, en esa vidriera nacional, el mandatario provincial dijo: “Hay que hacer un acuerdo antes de llegar al gobierno. Es fundamental que abandonemos la grieta, hay que hacer un esfuerzo de quienes tenemos esta visión de país para generar una alternativa que sea superadora y que permita plasmar esto en una alternativa concreta”. Luego pidió “animarse a romper la grieta” para armar una opción que sea “disruptiva” y mencionó los puntos compatibles con Morales.
A su turno, el gobernador de Jujuy que todo el tiempo se refirió al cordobés como “el querido Gringo”, habló del desafío que tienen por delante hoy las coaliciones mencionando la necesidad de recuperar “la centralidad y la racionalidad” de Juntos. En ese sentido, consideró que, si bien el Frente de Todos tiene una responsabilidad suprema por ser gobierno, su espacio también tiene que revisar posiciones para “romper la valla”. Sin rodeos dijo que “vivimos en un quilombo político” y que sintió vergüenza al ver lo que sucedió en la Cámara de Diputados la semana pasada.
En conclusión, el presidente del PJ Córdoba y el titular nacional de la UCR mostraron ayer que el vínculo político-institucional sigue intacto y que la necesidad de armar electoralmente fuera de la grieta sigue siendo opción.