El viernes se votó en el Concejo Deliberante de Córdoba un proyecto de ordenanza enviado por el Ejecutivo para reducir la jornada laboral de los municipales -y con ello, desde luego, sus salarios- y para facultar al intendente a reconfigurar los mandos medios de cada repartición, hasta ahora intervenidos por el Suoem u ocupados por interinatos definidos por la pasada gestión. El oficialismo convirtió en ordenanza la iniciativa sólo con sus votos.
La oposición, puesta a tratar un asunto absolutamente central para Córdoba, prefirió -en su gran mayoría- apelar a cuestiones formales para no pronunciarse sobre el fondo. Claudicó. Eligió no avanzar sobre los privilegios del sindicato municipal -que absorbe más del 65 por ciento de la recaudación del municipio en circunstancias ordinarias (en las actuales, mucho más) y cuya planta recibe salarios promedio de 126.000 pesos pagados por los impuestos de los vecinos-y en su lugar, con su omisión, favoreció un statu quo favorable para el Suoem y dañoso para todo el resto de los cordobeses.
El resultado final fue el siguiente: 16 votos afirmativos aportados por el bloque Hacemos por Córdoba, 1 abstención (Fuerza de la Gente, Olga Riutort), 1 voto en contra (FIT, Laura Vilches), y 13 bancas vacías, aporte de los bloques Córdoba Cambia (presidido por Juan Negri), UCR (liderado por Alfredo Sapp), Evolución (encabezado por Rodrigo De Loredo) y Encuentro Vecinal (Juan Pablo Quinteros).
El voto de Laura Vilches adolece de absoluta coherencia con la prédica del espacio político al que pertenece que, por otro lado, se encuentra totalmente exento de votar ajustando sus decisiones a la realidad del municipio por su formidable lejanía respecto de las responsabilidades de gobierno. Baglini.
El voto de Olga Riutort, sin embargo, no puede valerse de la misma coartada. Riutort ocupó, durante los primeros años de Unión por Córdoba en el poder, puestos de suma importancia en la Provincia, como la Secretaría de Gobierno en la primera gestión de José Manuel de la Sota, y conoce acabadamente los problemas del municipio. Ya ha sido edil en otras oportunidades, como lo han sido también dirigentes en ella referenciados.
Riutort, absteniéndose de votar, se abstuvo de participar de una decisión central en la vida institucional del Palacio 6 de Julio. Cuesta comprender cómo una dirigente que en repetidas oportunidades ha dado la lucha para hacerse con el mando de la ciudad no tiene posición tomada acerca de un asunto tan determinante para Córdoba.
Sin embargo, tanto Riutort como Vilches consintieron al menos en legitimar con su presencia (vale aclarar que la reunión fue virtual) la sesión. El resto de los bloques decidió negar también ese aporte.
A su turno, las bancadas presididas por Negri, Quinteros, Sapp y De Loredo opusieron severas críticas formales, alegando que el oficialismo pretendía abreviar el debate a su mínima expresión pasando por encima de la Carta Orgánica Municipal y el reglamento del cuerpo, y se retiraron de la sesión.
En cuanto a la legalidad o no de ésta, la interpretación no fue (ni ha sido) unánime. Y el oficialismo citó, para defenderse de estas críticas, antecedentes de sesiones convalidadas por la anterior composición del cuerpo bajo una interpretación similar del reglamento.
Debe decirse, sin embargo, que la oposición no se equivoca al apuntar que el oficialismo busca minimizar el debate en torno a este proyecto. Pero si imposta desconocer los motivos de su premura.
Como todo oficialismo municipal, Hacemos por Córdoba cuenta con la mayoría necesaria para aprobar la iniciativa dando un tratamiento más dilatado al proyecto -por imperio de la cláusula de gobernabilidad-, pero decide no hacerlo porque sancionar con rapidez la iniciativa es indispensable para avanzar antes de que el sindicato municipal coordine una resistencia en su contra.
La política -reza una frase acuñada por la historia- es el arte de lo posible. Y dar un extenso debate a la iniciativa tratada durante la última sesión del Concejo muy probablemente hubiera hecho imposible sancionar la ordenanza en cuestión.
Sin la determinación o el interés necesarios para avanzar con firmeza en una reestructuración de los costos del municipio, la oposición buscó una coartada para escapar de la decisión y lo hizo.
Y merece aquí una mención especial el mestrismo, cuyo líder montó para escena una disputa personal con Rubén Daniele durante los últimos años de su gestión. El viernes, cuando se presentó la oportunidad de avanzar seriamente contra las prebendas del Suoem, el bloque mestrista -capitaneado por Sapp- eligió “abandonar el recinto”. Lo hizo, seguramente, en defensa propia: la ordenanza aprobada el viernes otorga a Llaryora la facultad de redefinir mandos medios e interinatos, muchos de ellos ocupados por alfiles del mestrismo.
Con el bloque Córdoba Cambia habiéndose ya retirado y tras el abandono de la sesión por parte del bloque mestrista, De Loredo hizo lo mismo. Desde dentro del radicalismo, hay quienes lo explican como un gesto de “disciplina partidaria”.
De no haber obrado de este modo, De Loredo hubiera generado serias tensiones con la UCR, cuya plataforma necesita para futuras empresas electorales.
Movida por unos u otros intereses, la oposición eligió dar la espalda a un proyecto necesario para la ciudad y ofreció, por omisión, su respaldo al Suoem. Los cordobeses no deberían olvidarlo.