La filial cordobesa del partido de quien fuera el presidente de la Nación los últimos cuatro años, Mauricio Macri, apenas superaba los seis millares de afiliados. La pequeña nómina marcaba un profundo contraste entre la aceptación que generaba la figura del fundador del PRO en la provincia y la tropa de dirigentes responsables de extender el mensaje del cambio.
Las deficiencias locales de la construcción partidaria estuvieron a punto de quedar en evidencia al año siguiente del triunfo de Macri al kirchnerista Daniel Scioli. El diputado Héctor Baldassi desafió a Javier Pretto, presidente del macrismo cordobés, por la conducción del espacio.
Todos recordarán la mediación porteña en aquella interna que incluyó denuncias fuertes por presunta corrupción y chicanas de todo tipo. El ex árbitro no controlaría el partido, pero Pretto tampoco. De esa manera, los adalides de Macri en Buenos Aires resolvieron el conflicto local que, con el paso del tiempo y con la revancha de Cristina y Alberto Fernández, no tardó en recrudecerse.
En un contexto de reconfiguración de Cambiemos tras la derrota nacional y una serie de decisiones desafortunadas en las elecciones provincial y municipal del principal distrito del interior del país, la dirigencia amarilla busca un norte, y algunos un empleo en la política. La renovación de autoridades del PRO nacional y local se ubica entre los objetivos prioritarios entre aquellos que sueñan con un mayor protagonismo en el 2023.
Pero antes, deberán volver al punto cero: lograr aumentar el padrón de afiliados para que las autoridades nacionales del partido no bajen el pulgar a la interna cordobesa. “Si querés que vuelva Macri, afíliate”, instan los dirigentes que aún creen que el ex presidente debe continuar en la conducción del barco.
Consignas por el estilo monopolizan la campaña de verano de algunos miembros del PRO. Una muestra de que la rosca se toma vacaciones hasta febrero, momento en el que la ex ministra de Seguridad de Macri, Patricia Bullrich, retomará las tratativas para cerrar filas y quedar ungida como la nueva titular de la fuerza amarilla en todo el país.
La nueva orgánica macrista será central para los juegos de poder interno. El monzoísmo, aliado al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, espera definiciones sin medias tintas. Hasta ahora, ha dado señales fuertes con la incorporación de dirigentes díscolos de Macri a sus filas.
La interna asoma como el único mecanismo para contener a la tropa. Dirigentes que antes las rechazaban, como el sector que lidera el exjefe de Gabinete Marcos Peña, ahora las pondera como el único método válido para continuar creciendo.
La caza de afiliados asoma como la base fundamental del proceso. Tardíamente se dieron cuenta. Ya pasaron más de siete años de la instalación del PRO en Córdoba; y también pasó el fenómeno Macri que si quiere seguir siéndolo deberá esforzarse el doble desde el llano.