Acaba de estallar una nueva polémica entre Mauricio Macri y el presidente del comité nacional de la UCR, Gerardo Morales. El casus bellis es la proyectada suspensión de las elecciones PASO en la lejana provincia de Chubut. Allí, peronistas y radicales se han puesto de acuerdo para no pasar por esta instancia cuando la jurisdicción deba elegir candidatos. El expresidente considera que esta maniobra se encuentra destinada a perjudicar al PRO y viola reglas de juego preestablecidas, mientras que el gobernador de Jujuy sostiene que Macri, “tendría que decirles a sus dirigentes que dejen de entorpecer y denostar al radicalismo en Chubut”, recomendándole que “ordene un poquito a su gente, que es bastante violenta para con el radicalismo”. Vale recordar que el gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, es aliado de Sergio Massa y que este, a su vez, es un especial amigo de Morales.
No es la primera vez que ambos se trenzan por cuestiones políticas. La primera vez fue por el legado de Carlos Menem. Según Macri, el riojano “había resuelto los problemas de la grieta en la Argentina” y que, “con el tiempo”, será cada vez “más reivindicado” como líder de un “peronismo moderno”. Morales le respondió airadamente que esto corría por su cuenta. “Rechazamos las políticas implementadas por el menemismo en los 90 que hoy reivindican algunas voces de la política argentina”. Y, por si hiciera falta, aclaró que el radicalismo “no es neoliberal”.
La segunda polémica vino de la mano de Hipólito Yrigoyen. En el marco de una Conferencia Internacional de la Libertad en San Pablo, el expresidente exhortó a “luchar contra el populismo” asegurando que este “se originó en Latinoamérica y tal vez en Argentina es donde arrancó”, poniendo en un pie de igualdad a Hipólito Irigoyen, Juan Domingo Perón y Eva Duarte como impulsores de esta ideología. “Si tu intención es romper JxC para buscar un acuerdo con sectores de la extrema derecha antidemocrática lo mejor es decirlo concretamente”, lo desafió el gobernador jujeño. Solo faltó que lo acusara de gorila.
Estas diferencias ideológicas, hasta el momento no resueltas, parece homologarse también en el terreno táctico. Macri, que por el momento dice no ser candidato, sabe perfectamente que, para el PRO, las PASO son una valiosa herramienta de resolución de conflictos. La mayoría de los referentes amarillos ya lanzados a la carrera presidencial son bastante más conocidos que los radicales con pretensiones semejantes. Es obvio que, puestos a competir en primarias abiertos, aquellos aventajarían a sus socios por gran margen.
Morales, como presidente de la fuerza, conoce esta desventaja. Además, en tanto dirigente del interior, no deja de sentir un profundo pesar (diríase telúrico) por la injusticia de un sistema político orientado casi por exclusividad por la ciudad de Buenos Aires y su conurbano. Idéntico malestar puede percibirse en Juan Schiaretti o en Sergio Uñac (por citar un par de ejemplos) y, en su visión, las PASO contribuyen a reforzar esta preeminencia toda vez que terminan consagrando a personajes mediáticos que se irradian permanentemente desde la Capital Federal.
El precedente de Chubut prorroga, asimismo, algo que puede darse en la Nación. El Frente de Todos tiene listo un proyecto para suspender las primarias el próximo año con el propósito de desbaratar la oposición. Esto preocupa, y mucho, a la conducción de Juntos por el Cambio, especialmente al ala macrista. Sin aquellas será muy complejo definir candidaturas por consenso. Esto podría dar una chance al radicalismo de colarse en mejores posiciones (¿será esto en lo que está pensando Morales?), pero está claro que deteriorará el afecto político dentro de la entente con el PRO.
Resulta un tanto paradójico advertir que el último que tuvo la idea de suspenderlas fue Alfredo Cornejo. En 2019, y advirtiendo el rumbo de colisión que llevaba la administración de Cambiemos, el exgobernador de Mendoza recomendó a Macri que las dejara de lado. En su visión, esta instancia solo agravaría el problema económico que afligía al gobierno (lo que terminó ocurriendo), y que no tenía sentido correr ese riesgo. Además, ya era un hecho que en el peronismo no habría internas, con lo que la votación de agosto se transformaba en un ejercicio abstracto y un auténtico desperdicio de recursos. Aquel intento no cuajó por entonces, pero ahora es de recibo por el actual oficialismo, aunque por diferentes razones.
Es probable que, asimismo, Macri advierta que Chubut podría devolver el espejo de Córdoba. En la provincia no hay PASO, un déficit que ha conspirado contra el armado opositor local. Las dificultades que se incoan en Juntos por Córdoba se hicieron asaz evidentes en las últimas elecciones a gobernador, ocasión en la cual sus protagonistas ni siquiera pudieron acordar un reglamento para llevar adelante elecciones internas dignas de tal nombre.
La piedra en el zapato siempre fue Luis Juez, tenazmente resistido por el radicalismo. A muchos dentro de la UCR les encantaría una primaria, abierta o cerrada, para votar por alguien de palo. Si existiera este mecanismo, Rodrigo de Loredo sería forzado, quizá contra su voluntad, a competir contra el líder del menguado Frente Cívico. Sería una auténtica estatización de sus diferencias intestinas. Sin las PASO, los radicales se encuentran sujetos a la extorsión de su incómodo socio y al imperio de las encuestas que, aparentemente, lo señalan como uno de los favoritos dentro de la oposición.
No obstante, lo ocurrido el fin de semana en Marcos Juárez puede relativizar la certeza de estos oráculos electorales. Como bien señala Alfil en su edición de ayer, la monumental pifia de las encuestas alienta a radicales antes cautelosos a mostrar los dientes ahora. ¿Por qué aceptar que Juez es el mejor candidato? ¿Solo porque lo dicen algunas mediciones? El culto pagano a los sondeos de opinión se encuentra en crisis y sus creyentes escapan a sus tradicionales rituales de obediencia. Unas primarias bien hechas solucionarían el misterio para siempre.
Por supuesto que este es el gran problema. La UCR puede tener menos votos que antes, pero todavía tiene muchos afiliados, decisivos en elecciones internas del tipo tradicional. Juez lo sabe y le preocupa. Además, los intendentes radicales ven con malos ojos el lento proceso de entendimiento entre aquel y los capitostes partidarios en la ciudad de Córdoba por lo que, si el escenario les fuera favorable, no dudarían en trabajar activamente en su contra. Lo que en Chubut se deshace, en Córdoba se anhela. Paradojas de la política.