Las crónicas nacionales sobre Mauricio Macri lo pintan enérgico y determinado a evitar cualquier amenaza interna que dinamite el PRO. Se cargó personalmente las negociaciones con el díscolo Emilio Monzó para evitar la ruptura del bloque amarillo en Diputados (también con los postmacristas), tras sostener a Cristian Ritondo como el nuevo jefe.
Al poco tiempo, eligió a la actual ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, como la nueva presidenta del partido a nivel nacional porque nadie duda de su fidelidad, mantiene buena relación con todos los sectores del macrismo y su designación descomprimió la carrera entre Marcos Peña, Monzó, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, entre otros.
Pero el ahínco que demostró en las arenas de la política nacional no se observa en la provincia que obtuvo el 61% de los votos y refleja que Peña sigue influyendo fuertemente en las jugadas públicas de su jefe. El pedido de un PRO amplio se enfrenta con las mismas limitaciones de siempre y que encuentran su explicación en la vieja interna amarilla.
En las dos últimas visitas como jefe de Estado a Córdoba, eligió rodearse de dirigentes del PRO estilo Bullrich. Es decir, no cometieron la osadía de criticar públicamente a la criatura “Cambiemos” tal cual fue pensada y puesta en marcha por el jefe de gabinete de Macri; tampoco, cuestionaron los desaciertos tácticos que, en definitiva, llevaron a los aliados a perder la Casa Rosada, la provincia de Buenos Aires y, en el caso cordobés, dañar fuertemente la territorialidad de la UCR y el buen crecimiento del PRO en importantes municipios.
Eduardo “Gato” Romero, amigo presidencial e intendente de Villa Allende, mantuvo varias reuniones políticas tanto en Buenos Aires como en la ciudad que gobierna en un lapso no mayor a los quince días. El ex golfista internacional dejó trascender que tendrá un rol clave en lo partidario y en la lejana pulseada de 2023. Macri lo eligió para mostrarse durante el último fin de semana largo.
En menos de 12 horas, Héctor “La Coneja” Baldassi mantuvo una reunión a solas con Macri en Balcarce 50 y compartió el vuelo que lo trajo a Córdoba para desarrollar la agenda de la que fue la última visita presidencial.
Como Romero, desde las filas del ex árbitro internacional leen en inmejorables términos la proximidad a Macri en momentos donde se reconfigura el rol de todos los jugadores de Cambiemos e inicia un proceso de renovación de autoridades que, en Córdoba, llegará para octubre de 2020.
La rutina de la última incursión presidencial de Macri –por las formas y por las presencias/ausencias- muestra la impronta de Peña. Imposible no notar la ausencia completa del monzoísmo local en el recorrido por Fadea y en el almuerzo posterior.
Fuentes del espacio afirmaron a Alfil que los diputados Javier Pretto y Gabriel Frizza, como Nicolás Massot, no fueron invitados a sumarse a la comitiva. Tampoco participó otro hombre que integra de la línea interna que lidera el ex intendente de Carlos Tejedor como lo es el titular del PRO Córdoba, Darío Capitani.
La participación de la senadora Laura Rodríguez Machado, referente partidaria que mantiene buenas relaciones con la mesa chica de Macri, refuerza el vacío a ese sector.
¿Macri apartó al monzoísmo cordobés para desautorizarlo como sus armadores en Córdoba? Un día antes del desembarco, Massot sugirió en Cadena 3 ampliar la alianza y mirar a dirigentes que superaron la grieta como Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey.
¿Para el círculo de asesores de Macri el límite sigue siendo el peronismo, más allá de la “experiencia Pichetto”? Justamente, Monzó y sus alfiles no descartan potenciales aliados, mientras piden una federalización del PRO.
Cierto es que algunos dirigentes del sector ¿excluido? del almuerzo le bajan el tono a la polémica. Utilizan otra lógica de análisis: aquí, las fotos no definen y niegan que se hayan impartido invitaciones personalizadas. “¿Qué haya sido Ramón Mestre y no Mario Negri el protagonista significa que cambió la preferencia por el diputado?”, disparaba un dirigente para refutar la lógica de la operación de los comensales de Macri.
Y con sagacidad plantean: Macri no puede darse el lujo de romper su propio espacio.
Como sea, las intervenciones de Macri desnudan los conflictos del PRO nacional y local, cuya resolución dependerá de factores que también los exceden, como la evolución la relación entre Cristina y Alberto Fernández y la suerte del futuro gobierno.
Pero también puede admitirse otra hipótesis: suena con fuerza que la PASO que Macri resistía (y que en Córdoba fue la explicación de la ruptura de Cambiemos) será la única opción que admitirá para ordenar la crisis de su partido y la relación con los aliados. Quizá esto explique por qué comenzó a patrocinar a algunos dirigentes en detrimento de otros.