La excusa fue la firma de convenios para mejorar servicios. Interprétense bien estas palabras: los convenios sí se firmaron y sí reportaran beneficios a Córdoba, pero ni el traspaso del servicio de agua potable a la órbita municipal ni el lanzamiento del plan de saneamiento cloacal para la ciudad revisten el asunto central de lo sucedido ayer. Ayer, el quid de la cuestión fue que el gobernador ofreció la primera demostración del amplio apoyo con el que contará Martín Llaryora para abordar su gestión al frente del Palacio 6 de Julio.
Juan Schiaretti visitó la Municipalidad apenas pasadas las 10 y no fue sólo, sino que lo acompañaron las figuras más importantes de su gabinete, con la excepción de Carlos Massei, flamante Ministro de Desarrollo Social, que debió asistir a una reunión con Daniel Arroyo, al frente de Desarrollo Social de la Nación.
Junto al gobernador estuvieron Silvina Rivero, ministra de Coordinación; Facundo Torres, ministro de Gobierno; Fabián López, ministro de Servicios Públicos; y Manuel Calvo, vice gobernador de la provincia; y se tocaron temas delicados.
El intendente manifestó al gobernador que la situación financiera de la Municipalidad es crítica, y con la recaudación en caída a causa de la crisis económica es (muy) probable que la ciudad necesite de un apoyo de la Provincia que exceda los primeros compases de la gestión. Y ciertamente el Centro Cívico no sólo ofrecerá un apoyo económico al municipio, sino también un amplio respaldo político que resultará crucial al jefe comunal para abordar las transformaciones que pretende llevar adelante en la ciudad.
Llaryora tiene dos asuntos centrales en agenda: la descentralización municipal y el control del gasto salarial, que actualmente se rige por la cláusula gatillo que ata el salario de los municipales a la evolución de la inflación, y que tiene el doble efecto de aumentar los salarios y disminuir la recaudación. Ambos temas, huelga decirlo, están íntimamente vinculados con la relación municipio-Suoem.
El sindicato municipal no es un “enemigo” fácil. Particularmente, desde el paso de Luis Juez por el Palacio 6 de Julio, que propició un desmesurado aumento de los planteles municipales y, consiguientemente, un gravoso incremento de la dedicación del presupuesto municipal para satisfacer las demandas del gremio.
Pero si el Suoem no es un adversario fácil el peronismo lo es menos.
Con el respaldo del Centro Cívico Llaryora tiene la oportunidad de encarar una verdadera transformación de la matriz hasta ahora ha reglado la relación entre el municipio y el sindicato municipal. Y el PJ ya ha dado las primeras señales en ese sentido.
El 10 de diciembre, mientras Llaryora asumía su cargo, choferes agremiados en la UCRA lo “recibieron” con una asamblea en punta de línea que impedía la salida de colectivos. La respuesta fue inmediata. El fiscal Raúl Garzón los intimó levantar el bloqueo en 30 minutos. Sobraron 10.
Al frente de Defensa Civil, organismo que lleva adelante –en lo cotidiano- la relación entre la Municipalidad y la Policía Provincial, Llaryora ubicó a Gustavo Folli, que dejó el cargo de subjefe de Policía para sumarse al plantel municipal. (Un dato de color: Defensoría Civil se emplaza a escasas cuadras de “El Alto”, lugar que -de momento- nuclea las Áreas Operativas, donde el Suoem cuenta a sus adeptos más beligerantes).
La misma elección de Guillermo Marianachi como secretario de Participación Ciudadana es un indicio de que el peronismo espera llevar adelante la descentralización de las Áreas Operativas. Hay quienes dicen que Marianachi, más que por su solvencia técnica, fue elegido porque mantiene un nivel de relacionamiento con delegados del Suoem que podría facilitar la implementación de la descentralización.
El otro gran apartado es la continuidad -o no- de la cláusula gatillo para el Suoem. Llaryora sabe que, tal como se encuentran las finanzas de la ciudad, sostener este mecanismo de reajuste automático es más que complejo. Pero al mismo tiempo entiende que, si la economía empieza a repuntar con las medidas que adopte el Gobierno Nacional y la inflación desciende considerablemente, la cláusula gatillo terminaría siendo un mecanismo de regulación salarial menos oneroso que una paritaria ordinaria, en las que el Suoem ha sabido lograr aumentos por encima de la inflación.
La clave es cuándo. Si este repunte se diera, podrían maximizarse los esfuerzos para sostener una cláusula gatillo que en el medio o largo plazo terminara resultando menos onerosa al municipio. Pero si esta mejoría tardara demasiado, sería preferible salir cuanto antes del actual esquema.
A fin de cuentas, lo cierto es que más allá de cómo se resuelvan estos conflictos de intereses, el apoyo de El Panal hacia el Palacio 6 de Julio está. Y tal es así que durante la reunión de ayer Schiaretti apuntó a importantes temas de gestión en la agenda de la ciudad. Entre otros, a la situación de Villa El Libertador y Villa Allende, en donde la provincia proyecta trabajar conjuntamente con el municipio para dar solución al problema de la infraestructura cloacal.
Más aún, el gobernador expresó al intendente sus intenciones de “potenciar la capital”, no sólo dando respaldo a su gestión sino también realizando obra pública provincial en la ciudad para perfilarla como la “capital del interior”. Un objetivo ambicioso, pero no disonante con el plan de obra pública ejecutado durante la última gestión provincial, ni con las banderas del cordobesismo que Schiaretti gusta enarbolar.