Llaryora cerró ayer el Primer Congreso Nacional de Participación Ciudadana y Descentralización. El evento, estrictamente enmarcado en la gestión, no dejó lugar (al menos sobre el escenario) para demasiadas consideraciones de corte político, pero, aun así, hubo pasajes en el discurso del intendente que pueden decodificarse en ese tono. O de los que al menos pueden inferirse consideraciones que van más allá del protocolo y tocan fibras que el llaryorismo presenta como axiomas de su administración.
Las palabras más reiteradas por el intendente estuvieron destinadas a destacar que, más allá de los recursos con los que cuente, el éxito o el fracaso de una gestión dependen fundamentalmente del liderazgo que su titular sea capaza de imprimirle. A fin de cuentas, de que quién está en posición de hacerlo, ejerza efectivamente el poder.
La historia reciente parece apuntalar la hipótesis del intendente.
Buscando en el archivo, se puede asegurar sin miedo a equivocarse que la última gestión municipal exitosa fue, precisamente, la que Llaryora toma como modelo, o de la cual se entiende continuador: la de Rubén Martí.
Desde entonces, el municipio ha pasado por manos que, sea por los hombres, sea por las circunstancias, o sea por una alquimia de ambos factores, no supieron, pudieron o quisieron ejercer el poder.
La gestión de Germán Kammerath fue literalmente partida al medio por la crisis de 2001. La de Luis Juez, que gobernó durante la bonanza 2003-2007, naufragó gracias a un intendente que cedió el poder al Suoem y ocupó su tiempo en denuncias vacías en las que creyó ver su escalera hacia el poder provincial. La de Daniel Giacomino se dio de bruces contra el suelo al caer en la zancadilla de su predecesor, que retiró el apoyo de los concejales al jefe comunal. Y la de Ramón (Javier) Mestre quedó a mitad de camino. Desafió, en lo formal, a Rubén Daniele, pero no discutió el poder al Suoem, que recostado sobre su ala radical supo sacarle al Ejecutivo paritarias atadas a la inflación que mantuvieron las cuentas del municipio aplastadas bajo el yugo del sindicato.
La ponderación del liderazgo por sobre los recursos que hace Llaryora tiene seguramente que ver con los señalamientos de la oposición, que le achaca financiar sus obras con un respaldo provincial mucho mayor al que tuvieron sus antecesores. Por respuesta, el intendente parece apuntar que el éxito del que hablan las mediciones que lo muestran como uno de los jefes comunales con mejor imagen del país se explica, fundamentalmente, es su voz de mando. En su capacidad de negociar cuando es preciso, pero más aún en la de imponer cuando es necesario, venciendo resistencias “de afuera o de adentro”.
“Hablo de liderazgos y no de recursos, porque esta ciudad tuvo recursos por muchos años, lo que no tuvo fue un liderazgo que se animara a generar los Centros Operativos rompiendo las barreras que había que romper”, apuntó al ponderar la desconcentración operativa que lleva adelante su gestión, y que el Suoem supo resistir durante más de dos décadas sin que las anteriores gestiones pudieran avanzar sobre aquella resistencia.
Mientras el vice intendente presenciaba el discurso desde el escenario, Llaryora se detuvo en una observación: “hay que tener valor para hacer las ordenanzas disruptivas que afiancen los procesos”. (Nota al pie: fue Passerini quien resistió la presión del sindicato (que quería meterse al Concejo) y de la propia oposición el día que se sancionó la reducción de la jornada municipal, en mayo de 2020).
“Si hubiera sido fácil, a la descentralización operativa la hubieran hecho los otros”, completó después, haciendo referencia a las gestiones que le precedieron.
Su discurso siguió luego ponderando la digitalización de los procesos, la habilitación de negocios y obras privadas online, y anunciando la próxima renovación digital del carnet de conducir.
Sobre el final de sus palabras, el intendente lanzó otro anuncio: hoy se firmará el esperado estatuto de la Región Metropolitana, junto a otras ocho localidades del gran Córdoba. Los equipos técnicos del Ente Metropolitano ya planifican distintas intervenciones relativas a la proyección de obras, el fomento de la economía circular, el transporte y la modernización.
Hacia afuera de la gestión, cabe otra interpretación a las palabras de Llaryora. Un líder es quien ejerce el poder conforme a una impronta propia. No un mero continuador.