El Suoem sabe que el peronismo unido no será un adversario fácil. Lo dejaron entrever cuando entre cacareos afirmaban que no suscribirían a ningún pacto de gobernabilidad como habría logrado el presidente Alberto Fernández con “los gordos” de la CGT para la primera etapa de su mandato. Atentos al plan municipal de Martín Llaryora, tampoco se imaginan practicando el buen entendimiento que exhibe el gobernador Juan Schiaretti con los líderes del SEP y UEPC. Más bien, se identifican con Luz y Fuerza en los momentos más álgidos de enfrentamiento por el reordenamiento de la EPEC.
Un hecho objetivo se desprende. El flamante titular del Palacio 6 de Julio, en concreto, su gestión, goza de un espaldarazo que ningún otro intendente tuvo. Ni siquiera el ucedeísta Germán Kammerath, aliado de Unión por Córdoba. Y así quedó demostrado con el paseo de Schiaretti y la primera línea del Panal por los pasillos, despachos y salones de la Municipalidad de Córdoba. Pasó la semana de mudanza para dar paso a las acciones concretas. El jefe del peronismo cordobés fue el protagonista.
El Suoem toma nota de estos simbolismos. Hay temas que desvelan al gremio liderado por Beatriz Biolatto como lo es la caída de la cláusula gatillo para el reajuste de salarios y la descentralización de las áreas operativas municipales.
Brindar a los vecinos servicios desde los CPC, por ejemplo, provoca una resistencia inexplicable entre los empleados municipales. Tan fuerte que ningún intendente desde el radical Rubén Martí pudo avanzar en la tarea. Existe la determinación y el respaldo del gobernador que sacó un porcentaje histórico en la elección de mayo.
Esa unidad que exhiben Schiaretti y Llaryora preocupa a los sindicalistas municipales porque, dicen, se complementa con los buenos vínculos del peronismo con la Justicia cordobesa. Ponen como ejemplo, la intervención del fiscal Raúl Garzón la mañana del 10 diciembre, cuando el sucesor de Ramón Mestre iniciaba los aprestos del cambio de mando. Cabe recordar que choferes agremiados en la UCRA lo “recibieron” con una asamblea en punta de línea que impedía la salida de colectivos. Les dio 30 minutos para levantar el bloque. Sobró tiempo.
Entonces, ¿cómo encarar la resistencia sindical a políticas que tienen el no cantado? La sugerencia que se escucha se expresa así: “la lucha tiene que evolucionar”. El concepto dejaría por fuera elementos clásicos de la protesta como las asambleas en horario laboral. La idea que surge es sacar a la calle el reclamo con movilizaciones en la calle sin interrumpir la actividad en el municipio.
La idea suena descabellada o incluso, varios podrán opinar que el Suoem comienza a vivir un repliegue en las nuevas condiciones de juego. “Todo el sistema está alineado”, replican desde el Suoem.
Tampoco hay que olvidar que el sindicato competirá en elecciones y la relativa paz se hace necesaria para que no surjan líderes inesperados en un momento donde Rubén Daniele se debate entre su deseo de salir de las sombras y las condiciones materiales adversas para su realización.