Ante nuestra pregunta "¿Y cómo abren?, ¿ya tienen oficina?", nos responden con la transparencia que los caracteriza: "Las oficinas ya no se necesitan tanto, aunque todos quisiéramos escritorios de Pinterest, mesas de ping pong de colores a lo Google y estructuras increíbles. Pero para los tiempos que corren, solo se necesitan buenas personas con muchas ganas, profesionalismo, pasión y convicción... y por suerte contamos con eso. Así que para nosotros abrir, es llegar”, se sincera Ale Ammann, futuro embajador de Boina en aquel país.
Con una pequeña oficina, corpóreas al hombro y con mil bares a la vista que serán seguramente sus mejores salas de reuniones durante el primer tiempo, trabajarán un poco desde allá y mucho desde Argentina. Skype seguirá siendo un aliado importante para la comunicación con los clientes con los que ya están trabajando fuera del país (dos en Estados Unidos y algunas cuentas que ya empiezan a manejar en Barcelona).
"Emprender nos apasiona y volver a empezar en otro lugar es algo único para nosotros, le vemos mucho potencial realmente así que veremos qué sucede", dicen.
Y si bien la “sagrada familia" de Boina seguirá estando en Córdoba, trabajan contrarreloj para llegar con esta nueva apertura a punto.
(Cuando lleguen y se hagan amigos de sus primeros clientes, prometieron fotos y más novedades).