Si bien no se puede considerar una profesión (en el sentido estricto de la palabra), cada vez más marcas acercan sus productos a estos pequeños “líderes de opinión” para acortar el camino con los consumidores, con el plus de que se puede llegar a un nicho específico sin demasiada inversión.
“Lo primero que hacemos es un lista de usuarios que tengan más de 7.000 seguidores, porque para Córdoba eso ya es un buen número como para ser considerarlo ‘influencer’; luego las marcas les acercan productos para que generen contenido específico que puede ser una foto o un post usando un producto X”, cuenta Franco Giménez, director y socio de la agencia Citricox que realiza acciones estratégicas de comunicación con influenciadores desde hace varios años.
“En el caso de los lanzamientos y eventos especiales les acercamos información antes que a los propios medios de comunicación y les damos un trato privilegiado. En ese sentido, es muy importante la previa que generan en las redes para ir generando expectativas entre los seguidores”, señala Giménez.
Un factor determinante para poder considerar a un usuario “influencer” es que las cuentas tengan interacción real ya que -como todo- por uno cuantos pesos se pueden comprar unos miles de “fans” simplemente escribiendo en Google “comprar usuarios en instagram / twitter”.
“Considero que lo mejor que tienen es que van al nicho, pero requiere una conducta de exposición constante, más habitual en gente jóven. Es como pedirle un consejo a un amigo sobre qué comprar o usar, salir de la publicidad tradicional e ir hacia las relaciones públicas”, concluye Giménez.
Influencers (los niños mimados de las marcas)
(Laura Olivan) También llamados “trendsetters”, son personas famosas (muchas veces no tanto) que mediante el uso de redes sociales suman miles de seguidores y comentarios. En Córdoba Lizardo Ponce y Giorgio Petrone vienen pisando fuerte y las marcas los buscan para que catapulten sus productos.