Vuelta (no “de mentirita”) con Pechito al volante
Por supuesto esta molestia pasó desapercibida. Dar una vuelta en un auto real de TC2000, con un piloto también real (aunque no lo parezca) y en un trazado habitualmente utilizado por la categoría, constituía un cóctel irresistible.
En estas ocasiones uno trata de prepararse mentalmente, de no dejarse sorprender, de vivir la previa en la imaginación, de aventurarse a adivinar lo que ocurrirá.
Sin embargo la experiencia en tiempo real fue muy superior.
Más allá de lo conceptual, filosófico y –hasta diría- snob, de circular por el Cabalén con Pechito López al volante, los límites de la física parecían extenderse hasta lo incompresible.
Tomar una curva a alta velocidad y seguir aumentando –lógica de conductor de autos “normales”-, es garantía de varios trompos y pisar el pasto.
Pero el agarre del Linea de TC2000 es francamente increíble, va mordiendo el piso, amalgamado con el circuito. No puedo negar que una mezcla de adrenalina y lógico temor aparece, pero solo en la primer curva, luego uno consigue adaptarse.
Cuando me bajé, aún con casco, Leo Destéfano y Diego Tavella, viejos amigos de la casa italiana, me preguntaban: “Y, ¿qué te pareció?”.
Mi respuesta no se hizo esperar, y luego de una pausa sugerida por la adrenalina expresé: “Estoy pensando… ¿Cómo puedo lograr que los InfoNautas perciban –aun en diferido- algo de lo que he sentido a bordo del auto?”.
Había dado una vuelta con Pechito y su Honda de TC2000 en un circuito callejero en Carlos Paz, también una vueltita con Claudio Menzi en su Subaru de rally, pero esta experiencia con Pechito en el Cabalén marcó un nuevo hito en mi historia con los autos, que seguramente será muy difícil superar. Que se repita.