Marcelo Mitnik es cordobés, guionista, director, productor, trabajó en Los Ángeles, ha sido seleccionado para más de 160 festivales internacionales, y estuvo nominado al Oscar por su cortometraje documental “Châu, Más allá de las líneas”. Pero sobre todo Mitnik es tío, hijo, hermano y amigo. Esa es la mejor medida del traje de Marcelo, y el que usa para describirse en una entrevista. Como también en el medio de un festival, durante la sesión de preguntas y respuestas del público, él genera un silencio, en el cine, cuando uno de ellos le pregunta qué es lo que le da más orgullo; responde inesperadamente: “de quien soy como tío”. Orgulloso y agradecido por ser reconocido por su logro de ganar una nominación en el Óscar por su cortometraje documental, agrega: “Son el tipo de cosas que te marcan y que se vuelve parte de la manera en que la gente te reconoce, pero en el fondo solo representa una radiografía de un momento de tu carrera, que puede estar precedido por 10 años de lucha, fracaso y pueden estar seguidos por otro tanto”.
La iniciativa de grabar en su lugar de origen estaba latente en Marcelo, y se combinó con el lugar de su infancia, el bar Las Delicias, conocido como “La Lucy”. De este proceso dialéctico nació la idea explosiva del documental “La Lucy”. El bar Delicias se encuentra en la localidad de Icho cruz desde hace 50 años aproximadamente, y su dueña es Luciana, una mujer de 87 años que hasta el día de hoy mantiene la política de ser atendido por su propia dueña. Para Mitnik, el Bar Delicias es “una síntesis de los años más lindos de mi infancia y adolescencia”, además de encontrar en Lucy un personaje muy rico para un documental por sus diversas aristas. Y agrega: “El documental en realidad toma como excusa a Lucy y a este lugar, para poder hablar de cosas universales de una manera no pretenciosa, como los recuerdos, lo que tenemos y dejaremos de tener, la impermanencia, la finitud”.
“Sonder” es un palabra en inglés que no posee una traducción literal en español, pero Marcelo Mitnik la define así: “Cuando te das cuenta que todo el mundo, incluyendo gente extraña, tiene una vida que es tan compleja como la tuya y a pesar de que vos nunca los viste y ni los conoces, la vive con la misma complejidad”. Este concepto forma parte de la musa inspiradora del cineasta cordobés y lo explora de distintas maneras en sus producciones. Pero en este caso lo que le llamó la atención fue cómo el “universo Lucy” puso en jaque este concepto, al encontrar una experiencia compartida tan parecida en gente desconocida. Y Mitnik lo relata así: “Me empecé a encontrar con que ciertas experiencias que yo había vivido en mi infancia y adolescencia, que creía que eran absolutamente únicas, eran totalmente universales a los chicos, adolescentes y jóvenes de la zona que vivieron en las últimas dos o tres generaciones. Era como estar escuchando mi historia a través de la boca de esa gente que jamás conocí durante esos años”.
Trabajar desde la propia subjetividad implica otro tipo de trabajo. A veces, un desafío mayor. Trabajar con las propias vivencias, los recuerdos, hace que el proceso de trabajo tenga mayor complejidad. En base a su propia experiencia y en primera persona Marcelo Mitnik comenta: “Cuando la vida es de otro es mucho más fácil simplificar narrativamente que cuando es tu propia experiencia. De todos los documentales que he hecho es probablemente el más difícil, por ser tan personal y porque, a pesar de estar anclado en algo muy simple y entrañable busca hablar de cosas más universales y complejas”.
El equipo, la distribución y la universalidad
La vasta experiencia de Marcelo Mitnik en el cine se ve reflejada en sus claras dinámicas de trabajo, en sus estrategias pensadas y creativas, y en su visión integral sobre el mundo del cine.
Además de destacar la importancia de cumplir en la formación de su equipo con el 50 más uno de las mujeres en las cabezas de equipo, resalta los grandes talentos con los que trabaja continuamente y la importancia del reconocimiento de cada uno de ellos por su trabajo, dedicación y talento. Compañeros a quienes admira y son referentes en el cine, entre ellos sus dos editoras: Andrea Kleinman y María Astrauskas ; y los directores de fotografía: Luciano Blotta (también co-productor de “La Lucy”) y Sebastián Ferrero.
En este documental Marcelo comentó haber tenido la suerte de trabajar con 15 personas que pertenecen a dos grupos distintos, que tuvieron que cambiar por la pandemia entre medio del rodaje. La gran mayoría del equipo de 2019 y 2021 son egresados de la escuela de cine, La metro, donde Marcelo desarrolló su enseñanza universitaria.
Además del equipo técnico, otros componentes imprescindibles para la realización del mismo fueron la gente oriunda de Icho Cruz, Cuesta Blanca y Tala Huasi. El director y guionista de La Lucy destaca la generosidad de estas personas que “se prendieron al juego”, desde la Lucy y su staff, cada una de las personas entrevistadas abrieron las puertas de su casa para el rodaje.
La gente de la localidad además de ser parte de inspiración para el director fueron los personajes y protagonistas del documental. Otro de los actores que se identifican en este proceso creativo es el público que se piensa como receptor. Con relación a esto Marcelo Mitnik explica que su idea fue ir más allá de la gente que iba a lo de Lucy. Su objetivo fue y es llegar a la mayor cantidad de gente posible, hacer un proyecto que sea lo más universal. Destaca la importancia de esto y explica: “Universal no significa una peli menos interesante o con un par de puntos de inteligencia menos. Lo que le da su universalidad es su especificidad: de hecho, cuanto más específica una peli es, más universal se vuelve. Es en la especificidad donde nos vemos reflejados”.
Para que esta universalidad sea posible es necesario pensar la distribución del producto. El director de Lucy comenta que el paso inicial es lograr que la película adquiera “pedigree”, esto es el resultado de la presentación en muchos festivales para lograr también encontrar a su público. “El solo hecho de estar seleccionado en un festival ya empieza a hacer que la película pueda destacarse y que la gente pueda descubrirlo”, agrega. Luego del recorrido por festivales y de la cosecha de reconocimientos que permiten destacar, la segunda estrategia es buscar la distribución lo más amplia posible.
Con su trayectoria internacional Marcelo Mitnik también responde ante la situación de distribución y financiación que se presenta en Argentina y en el mundo. Con respecto a la situación de Argentina destaca la importancia del apoyo estatal al sector cinematográfico ya que sin esto no existirían películas que las considera “obras de arte”. Al mismo tiempo, destaca las otras ventajas y diferencias en la experiencia norteamericana, que, por no incluir ningún tipo de apoyo estatal, hace del cine algo más industrial, una industria y rescata generando la profesionalización de los equipos y su continuidad de trabajo en el cine.
El cineasta plantea una forma estratégica de abordar cada proyecto que indica como necesaria. “El cine es un esfuerzo que requiere una inversión y uno como director tiene la obligación, no solo para los inversionistas, de recuperar esa inversión, sino de pensarlo como negocio a largo plazo”. Por último agrega: “Para mí es fundamental que quien invierta en cualquiera de mis proyectos tenga una experiencia positiva desde el punto de vista financiero, porque si no es pan para hoy y hambre para mañana”.
No hay como estar en casa
“No hay nada mejor que grabar en Argentina”, manifiesta el guionista y director cordobés, quien describe la experiencia del rodaje de “La Lucy” como una sensación de comunidad, de aventura, y “no solo de camaradería sino de compromiso y de calidez humana que no siempre existe en otros lugares del mundo”. Sin dejar de mencionar los inconvenientes macroeconómicos del país, que a veces resultan desafíos más difíciles de superar, el director y su equipo rescatan la experiencia de filmar en el escenario argentino. Una vivencia movilizadora, que después de recorrer distintos escenarios mundiales, hoy los lleva a replantearse su lugar de trabajo “por el placer increíble de la calidez humana”. Esto no solo generó en el director una experiencia hermosa en el rodaje de “La Lucy” sino también algo muy rico a nivel creativo.