Gastón Greco, hijo de padres separados, pasó su infancia en Chaco junto a su padre, al que define como un emprendedor serial. Desde Resistencia, se mudó a Buenos Aires para seguir la carrera de arquitectura, sin embargo, tras pasar un tiempo en Capital Federal descubrió que algo le faltaba: la adrenalina de emprender.
Según lo que comentó en su charla en la Experiencia Endeavor, sin saber por qué, un día decidió abrir un zapato. Así fue como comenzó su pasión con el calzado, que más adelante lo llevaría a fundar Posco, una marca de zapatos funcionales y de calidad pensados para el uso diario.
La tarea de emprender para Greco no fue simple. Conociendo la experiencia de su padre, se instaló en una fábrica y comenzó a vender directamente a distintos clientes. Así fue generando un capital propio que sirvió para que la marca comenzara a conformarse mientras, en paralelo, estudiaba arquitectura.
“La marca está en basada en los valores. El respeto, el trabajo, hacer y relacionarse con las personas” cuenta mientras muestra las primeras publicidades de Posco. “Posco es mi abuela, mi abuelo, pasión, garra y espíritu” reza una de las primeras gráficas que hicieron. “Yo buscaba vincular mi realidad del producto con mi vida” comenta, dejando en claro cuál es la identidad que la marca respeta hasta el día de hoy.
El gran salto para Posco se dio cuando Gastón, después de recibirse, decidió dedicarse en un 100% a emprender. Su primera estrategia fue mandarle una carta con unos zapatos a Mauricio Macri. Y para su sorpresa, en una nota por los 100 días de mandato, lo ve con los zapatos puestos. Sólo le faltaba que la gente lo supiera.
Tras lograr una serie de notas en distintos medios fuera de Buenos Aires, Gastón decidió que era hora de darse a conocer en capital, entonces buscó a Andy Kusnetzoff. Con la misma estrategia, le entregó una caja de zapatos con una carta que explicaba su historia. “Salís al aire, me dijo y me puso unos auriculares y al frente del micrófono” cuenta.
A partir de ese momento se inició una vorágine que lo llevó a ser recibido en la Casa Rosada, hacer notas en China y abrir locales en Recoleta, Palermo y Alcorta Shopping.
“Somos los zapatos del Presidente y la Selección” comenta para cerrar su historia. “Mis viejos no me enseñaron a emprender, los valores y el respeto sí. Hay que tirarse a la pileta porque las cosas nunca están resueltas. Encontrar esa pasión. Relacionarse con personas que te agreguen valor y arriesgarse”, recomienda. “Si uno es consecuente con las cosas, el camino se va materializando”.