Esto se debe a que el INDEC registró un salto abrupto en la categoría de inactivos disponibles para trabajar -personas que perdieron su trabajo y no habrían podido salir a buscar uno nuevo-, cuyo total representaría 1,3 millones de personas. Si se suman a los 2,2 millones que el INDEC computó como desocupados, da un total de 3,5 millones de desempleados.
“Llama la atención la caída que aparece en el porcentaje de población activa. En efecto, la tasa de actividad cae de un 47,1 a un 38,4%, valor mínimo de la serie histórica analizada. La caída en la tasa de actividad indica que hay un aumento de la población que no está ni ocupada ni desocupada.
¿Quiénes son? Los desocupados que, al momento de la encuesta, si bien no tienen ocupación, tampoco están buscando activamente trabajo. No es de extrañar que esta categoría haya tenido un brusco incremento. ¿Cómo podían estar buscando trabajo si, por efecto de la cuarentena, no podían salir de sus casas?”, indica Víctor Beker, director del CENE.
“En realidad, son desocupados privados de buscar empleo. Y se trata tan sólo de una estimación de mínima. Es muy factible que el INDEC no haya podido identificar al total de inactivos forzosos por efecto de la cuarentena, por incluso las condiciones del relevamiento vía telefónica, que implican un cambio sustancial respecto a la modalidad de entrevista presencial. Por esta razón, el propio organismo advierte que ‘las estimaciones no son estrictamente comparables con las de trimestres anteriores’”, advierte el economista.
“Por lo tanto, hay razones para suponer que dicho guarismo subestima la real magnitud del fenómeno”, advierte. Y completa: “Un dato complementario e igualmente preocupante es la cantidad de población que dejó de percibir todo tipo de ingresos, en comparación con el segundo trimestre de 2019. Unos 2,5 millones de personas que tenían algún ingreso el año pasado no tuvieron ninguno, ni laboral ni no laboral como el IFE u otras formas de subsidio estatal”.