Hay todo tipo de suelos y cada cual se comporta de diferente manera luego de construida la obra. Si los asentamientos son parejos, no hay problema; si comienzan a notarse fisuras en la mampostería, hundimiento de pisos y “desencuadramiento” de aberturas cuando existe un problema estructural.
Los ejemplos más críticos son los suelos colapsibles (muy presentes en Córdoba), las arcillas expansivas y los suelos de relleno compactados de forma inadecuada.
En la mayoría de los casos, el suelo comienza a hundirse por caños de agua, cloacas, cámaras sépticas, hundimiento de pozos negros o la mala evacuación de líquidos pluviales. El recalzado de los cimientos se realiza mediante la instalación de pilotes excéntricos de pequeño diámetro (30 a 40 cm de diámetro) y con cuidado de no descalzar los cimientos se traslada el peso a un eje firme para evitar que continúe el hundimiento.
¿Cómo es el procedimiento? Primero se realiza la excavación del pozo de fundación desde 30cm a 100cm de diámetro con una profundidad máxima de 20 metros. Luego, se fabrica las armaduras de hierro y finalmente las llenan y cuelan con hormigón.
“Trabajamos con casas grandes de hasta 20 o 22 toneladas de peso y, de ser posible, en edificios de tres plantas a lo sumo”, nos explica un especialista y aclara: “hay casos en los que el recalce es la solución, pero a veces no, por eso es importante primero realizar un peritaje y evaluar las alternativas”.
Las estrías de las construcciones
Si bien las casas y edificios no cuentan con cremas para “sanar” las fisuras o grietas en sus paredes, techos y suelos, existe una alternativa que provee la solución sin necesidad de derribar la estructura. Se trata de las fundaciones profundas para recalzar los cimientos a su lugar de origen. En nota completa te contamos cómo funciona.