Tomás emprende desde los 19 años y es creador de Bluesmart, la primer valija inteligente del mundo. En su paso por la Experiencia Endeavor contó lo que fue el trayecto que terminó con la venta de la empresa: “emprender es estar muy arriba a veces, otras muy abajo y otras al medio”.
“Viajar es lo mejor que le puede pasar a un ser humano”, fue el disparador que inició en el escenario el relato de su historia. Desde que egresó de la secundaria, su vida se caracteriza por viajes y emprendimientos. La primera idea que Tomás transformó en éxito fue la marca Little Blue, los buzos para estudiantes que es hoy la más grande del país. Un camino que arrancó junto a un amigo vendiendo los buzos por los colegios, se convirtió en algunos años en una startup que exporta a América Latina.
Así fue que en el 2008 llegó a China con 24 años para conectarse con uno de los mercados más grandes del mundo, y darle forma a Big Blue, la compañía de indumentaria que atravesó el mundo y grandes mercados como Disney. Según Tomás, hay dos grandes claves para un gran proyecto: “la primera es el acceso al capital”, dice, con todo lo que implica el trayecto para generar los fondos que se necesiten en cada etapa. La segunda, el enfoque en el producto; en el camino que recorren los proyectos para convertirse en exitosas startups es necesario, según él, que se gaste lo menos posible hasta que el producto esté listo para salir al mundo. Sin embargo, lo más grande estaba por llegar.
Ideas revolucionarias que nacen en un café
Después de la decisión de irse a vivir con su novia a Nueva York a los 29 años, una charla con su amigo Diego Saez Gil los llevó al punto clave que les volvería a cambiar la vida: la odisea y el bajón de perder una valija en pleno viaje. Así fue que surgió la idea de una valija inteligente que se conecta al smartphone con una aplicación; el camino: el crowdfounding. En su primera incursión en Indiegogo (una de las plataformas más grandes del mundo), consiguieron 2,2 millones de dólares con el aporte de más de 8500 personas. así nació Bluesmart.
Tomás le contó personalmente a Infonegocios que “sin el crowdfounding no hubiéramos sido nada. Además de juntar la plata te sirve para validar el producto y tener un parámetro de lo que la gente que quiere”. La empresa se convirtió en un éxito rotundo, con capitales de más de 20 millónes de dólares y decenas de miles de productos vendidos; contando incluso con clientes del calibre de Usaín Bolt. Incluso, hubo una segunda campaña de financiamento colectivo que juntó más de 2,5 millones verdes. Pero así como durante cuatro años no pararon de crecer, una legislación aeronáutica exigió en 2017 que las baterías integradas a las valijas tuvieran que ser desmontables. De un día para el otro, Bluesmart tuvo que reinventarse y venderse; un proceso que recién terminó en abril de este año con la venta.
Por eso es que Tomás cree que ser emprendedores es una vocación, porque cuando se pone verdaderamente difícil es cuando se sostienen quienes lo hacen por gusto: “Cualquier persona en el mundo puede emprender, pero es una vocación. Te tiene que gustar. Los que pasan la tormenta son los que están ahí por su verdadera causa.” cerró su exposición Tomás Pierucci en la Experiencia Endeavor Córdoba 2018.