Las reiteradas quejas que los importadores elevan por las demoras que padecen para lograr la autorización de bienes que intentan ingresar al país no solo responde al delicado equilibrio que el Gobierno intenta hacer en la balanza cambiaria y la disponibilidad de dólares, en un año electoral. También hay un correlato en el alto costo que supone importar, y que expone a las industrias locales a quedar fuera de competencia, sin chance de insertarse en cadenas globales de valor.
Un reciente informe técnico de escala global desnuda que la Argentina está entre los 20 países que más trabas ponen a las importaciones, a través del cobro de derechos o aranceles de importación en frontera que encarecen los bienes y dificultan su acceso a los fabricantes y consumidores locales.
De acuerdo al World Tariff Profiles que periódicamente elabora la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), Argentina cobra aranceles aduaneros promedio del 13,4% a los bienes, con picos del 35% en algunos casos. El promedio global está en torno al 8,7%.
Entre 135 naciones con estadísticas actualizadas, la Argentina ocupa el puesto 15 entre los países con tarifas arancelarias más altas, y solo la superan Bután, Irán, Egipto, Argelia, Camerún, Zimbabwe, las Islas Comoros, la India, Bangladesh, Venezuela, Uganda, Corea del Sur y Kenia. Brasil, en tanto, ocupa el puesto 16, con 13,3% de arancel promedio.
Para Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI y especialista en comercio exterior, la alta carga arancelaria de la Argentina "supone varios problemas: un muy caro acceso a tecnología, a bienes de capital calificados, y muy difícil participación en cadenas globales de valor, además de distorsiones con rubros que pagan más del 30%, y otros que no pagan nada".
En efecto, el índice global que exponen la OMC y la Unctad revive el debate que por estas horas se da en el seno del Mercosur, con Brasil y Uruguay pujando por rebajar el Arancel Externo Común (AEC), que ronda el 11,6%. Los gobiernos de Jaír Bolsonaro y Luis Lacalle Pou presionan por una rebaja del 10% en todos los rubros, pero la Cancillería, por orden de Alberto Fernández, propone una baja en el 75% de las posiciones arancelarias, pero sin afectar las barreras proteccionistas sobre industrias sensibles que se verían afectadas por más facilidades para ingresar bienes de consumo.
Según Elizondo, "el 60% del comercio internacional sucede entre países que han bajado la tarifa arancelaria a cero, y hace 30 años, eso solo reflejaba el 5% de las transacciones globales". A su parecer, las tarifas altas ponen un techo al desarrollo de la economía local, ya que "el principal componente de las importaciones se dirige a inversión: son piezas y partes para componer o reparar, y la Argentina, estando entre los peores del ranking, está actuando en contra de la competitividad".
El Cronista pidió una opinión a funcionarios del Gobierno sobre el puesto alcanzado en el ranking. Pero no obtuvo respuesta.