Por noveno mes consecutivo, la inflación se mantuvo por encima del 3% mensual. En el Gobierno lo adjudican a un "shock externo", producto del aumento de las commodities que exporta el país (soja, maíz, trigo y girasol), que "impactó en los precios de los alimentos" -la teoría de la inflación importada-, y confían que se ve una clara tendencia a la desaceleración, que será más marcada a partir de julio.
Con todo, tras conocer que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) marcó un avance de 3,2% en junio -y ya acumula 25,3% en lo que va del año-, todos los cañones oficiales apuntarán a salvar la piel y que el 2021 cierre con cifras más bajas que en 2018, cuando estalló la crisis de la anterior administración. Hace tres años, la inflación terminó en 47,8%.
La meta de 29 a 33% que puso el ministro de Economía, Martín Guzmán, quedó trunca hace tiempo y la expectativa es cumplir la palabra del funcionario, que indicó que marzo, con 4,8%, fue el mes con mayor inflación de todo el año.
Aunque no anticipan un número final, la ilusión oficial es detener la cuenta de los precios en 45% o menos, en línea con las paritarias del sector público y algunos gremios del sector privado.
Los economistas, consultores y bancos que participan del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del Banco Central (BCRA) esperan, en cambio, una inflación en torno al 48% anual.
En este segundo semestre, la reapertura de las negociaciones entre trabajadores y empresas ocupará el centro del ring.
En la previa a las elecciones, la carrera distributiva para detener la caída del salario real tiene un claro objetivo: aliviar a los sectores medios y bajos, que son los más golpeados por los aumentos de Alimentos y Bebidas (ponderó con 6,56 puntos porcentuales en el Gran Buenos Aires, sobre una inflación acumulada de 24,9% en la región), Transporte (3,43 puntos) y Prendas de vestir y calzado (2,60 puntos), entre los tres rubros con mayores subas en lo que va del año.
Los incrementos en comida, viajes e indumentaria pulverizaron el poder adquisitivo del salario y contribuyen al mal humor social.
DEL CONURBANO AL MUNDO
El Ministerio de Economía señaló que el problema de la inflación, con el que la Argentina choca desde hace 15 años, vuelve a ser una preocupación en el mundo.
Según la lectura oficial, "la inflación desordenada" por el aumento de los precios de las commodities "es un fenómeno nuevo y propio de la pandemia, que provoca que a otros países también se les complique cumplir con sus metas".
"Por ejemplo, Estados Unidos tenía un target de inflación establecido del 2,0%, y hoy la inflación observada es de 5,4%, encontrándose en máximo desde agosto de 2008. Lo mismo sucedió en Brasil, con un target de 3,8% y una inflación observada en junio de 8,35% (niveles similares que el año 2016, donde hubo una inflación interanual del 8,74%), o en México, con un target de 3,0% y una inflación real del 5,88% (con pico de 6,08% en abril, máximo nivel desde 2017", compararon en el Palacio de Hacienda.
En su teoría oficial de que la inflación es multicausal, hay otros elementos a considerar: el déficit fiscal de 8,5% del PBI en 2020 -cubierto casi en su totalidad por emisión monetaria-, la corrida hacia el dólar de fines del año pasado, el descongelamiento de algunos productos tras la cuarentena más estricta son algunas de las múltiples causas que explican que los precios avancen más de un 3% mensual desde octubre y que llevaron la medición interanual de 36,1% al cierre de 2020 a 50,2% al término del primer semestre del corriente.
Se trata de la primera vez desde febrero de 2020 que la inflación anual cruza la línea del 50%; al mismo tiempo, el 25,3% acumulado entre enero y junio significa el arranque de año con mayor avance de los precios desde 2002, cuando fue de 25,8%, detectó el economista Bruno Panighel.
La Argentina se acerca así al récord de 2019 (53,8%), el número más alto desde 1991, cuando el régimen de convertibilidad acabó con la hiperinflación.
COMBATE DE LOS PRECIOS
Desde el lado de la política fiscal, los esfuerzos para reducir el déficit quedarán encapsulados.
Por orden de la vicepresidenta, Cristina Fernández; el diputado Máximo Kirchner; y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, a la cabeza de la campaña electoral, se detuvo el ajuste fiscal del primer semestre.
La segunda mitad del año deberá ser expansiva: acelerar el gasto para impulsar la demanda agregada, el consumo de los sectores más vulnerables y recrear la "economía feliz" del anterior kirchnerismo.
El congelamiento de las tarifas de luz y gas y los combustibles (nafta y gasoil) serán usados como ancla inflacionaria y el déficit primario rondaría hacia finales de 2021 el 4,2% del PBI; los subsidios a la energía y el transporte, en tanto, podrían trepar hasta 3%.
Por el lado monetario, continuará la administración del tipo de cambio (cepo), para que la dinámica cambiaria "contribuya a consolidar el proceso de desinflación". Se reforzará la apreciación real del peso frente al dólar.
El BCRA administra los agregados monetarios, estará atento a esterilizar los eventuales excedentes de liquidez que se pudieran originar y, junto con Economía, procura asegurar la existencia de instrumentos de ahorro en pesos que exhiban retornos positivos respecto de la inflación y del tipo de cambio.