AGUSTIN SZAFRANKO
El cierre de las exportaciones de carne por 30 días que anunció el Gobierno no cumplirá con el objetivo de aliviar la inflación en alimentos y generará el efecto contrario por una retracción de la oferta, además de despertar una oleada de cuestionamientos del sector por el desabastecimiento a mercados del exterior que significa su aplicación.
A pesar de que el primero de los 'diez consensos' surgidos del decálogo del Consejo Económico y Social abogaba por "exportar más", el Ejecutivo sacrificará esta máxima con el objetivo de frenar o al menos disminuir el ritmo de los aumentos de los precios de los alimentos, que en el año subieron 18,7%, un punto más que el nivel general.
En el Gran Buenos Aires, la suba de la división es de 19,6%, mientras que las carnes y derivados escalaron 22%, con el agravante de que en el último trimestre de 2020 el incremento fue de 24,8%. Así, desde octubre, con la apertura de la cuarentena, las carnes subieron 52,5% en apenas siete meses. Estos aumentos impactan con más fuerza en los sectores de menores recursos que destinan una mayor proporción de su ingreso en alimentos.
Y, lejos de ponerle fin a esta dinámica inflacionaria, los analistas coinciden en que la prohibición de exportar carne generará una retracción de oferta por medidas de fuerza, un menor abastecimiento al mercado local o una menor producción que como corolario terminarán elevando los precios, más allá de que a cortísimo plazo puede generar el vuelco de la producción que iba a exportarse y moderar en el margen los incrementos previstos.
"Si el volumen que ahora no va a exportarse se vuelca al mercado interno puede que a cortisimo plazo modere la suba en carnes, pero a costa de romper contratos, desincentivar producción y sumar tensiones con el campo. Si hay paros o problemas con la oferta, puede ocurrir que eso implique más presiones de precios. La clave va a estar en cómo reaccione el sector", señaló Matías Carugati, de la consultora Seido.
La Mesa de Enlace ya definió que desde el jueves cesará la comercialización de carne por ocho días, por lo que el impacto podría ser inmediato.
Gabriel Caamaño, de Consultora Ledesma, coincidió en que la medida generará una disminución de la oferta y que la clave pasará por cuánto tiempo tardará en hacerlo, al tiempo que señaló que la dinámica inflacionaria local de la carne está desacoplada de las variaciones internacionales. "La medida tiene muchos costos en cuanto a los mercados que se dejan de abastecer y cómo van a penalizarnos en el futuro. Tornar un producto transable no transable no parece la mejor estrategia de cara a desactivar el proceso inflacionario o evitar que el precio del producto suba", señaló.
Y agregó: "Es lo que pasó la última vez, el precio de la carne terminó subiendo más y siendo más caro que en otros países que exportaban carne. En el corto plazo puede haber algún efecto circunstancial de baja porque lo que no se puede exportar se vende en el mercado interno, pero al no tan largo plazo la oferta se retraerá y el precio subirá más."
La prohibición del Gobierno se suma a la lista de medidas con las que busca combatir los aumentos a través de la reducción de los márgenes de las empresas, como los controles de precios y las intimaciones al uso máximo de la capacidad de producción y abastecimiento, que en estos meses no lograron contener la aceleración inflacionaria.
Los otros pilares de la estrategia del Gobierno se asientan sobre el ancla cambiaria, a través de un menor ritmo depreciación del tipo de cambio oficial, y el atraso de la suba de tarifas de servicios públicos, que como contracara incrementó severamente el gasto en subsidios económicos. Si bien la semana pasada tuvo la menor depreciación en 15 meses y el ajuste tarifario previsto todavía no se consumó, los analistas coinciden en que estas dos herramientas no están siendo efectivas hasta el momento.
Martín Vauthier, de la consultora Eco Go, planteó que, si bien "puede haber una desaceleración en la inflación en general de los próximos meses", el ancla cambiaria y el atraso tarifario atacan los mecanismos de transmisión de los aumentos de precios y no los desequilibrios fiscales y monetarios, a costa de mayores distorsiones, en referencia al incremento de la oferta monetaria durante el año pasado para cubrir casi todo el déficit fiscal primario récord.