Según el Ministerio de Economía, desde 1961 hasta el 2019 (excluye el covid), se observa que:
Los peronistas gobernaron aproximadamente 27 años y en ese periodo se cubrieron con ingresos públicos solo el 90% del gasto público total.
Los radicales gobernaron, solos o en alianzas, durante unos 18 años y en esos años se cubrieron con ingresos públicos apenas el 78% del gasto público total.
Los militares gobernaron alrededor de 14 años y en esos años se cubrieron con ingresos públicos solo el 82% del gasto público total.
Como explica Idesa: Estos datos muestran que en materia de administración de las finanzas públicas no hubo “grieta”, sino un sólido acuerdo en gastar por encima de los ingresos. Esto fue sostenido independientemente del color político o el contenido ideológico de los gobiernos. No es exagerado afirmar que tener déficit fiscal constituye una “política de Estado” en Argentina. Así, se debilita la tesis de que el principal problema argentino son los desacuerdos por la “grieta”. Por el contrario, hay un gran consenso entre las diferentes fuerzas políticas que sostiene la indisciplina fiscal como “política de Estado”.
Muy ligado a la política de gastar por encima de los recursos disponibles están las 21 operaciones de crédito firmadas por Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en los últimos 60 años. Implica un promedio de una operación cada 3 años. Esto no es el resultado de un ensañamiento del FMI contra la Argentina, sino de la insistencia de la Argentina en buscar que el FMI le financie su “política de Estado” de gastar por encima de sus posibilidades. No es casual que Chile y Uruguay hace décadas que no tienen ninguna operación de rescate con el FMI.
El problema central no es la “grieta” que impide consensuar “políticas de Estado”. La cuestión medular es que en gran parte de la dirigencia y de la sociedad hay acuerdo (o al menos tolerancia) en la idea de que es posible y necesario tener déficit fiscal. Hasta que no haya una toma de conciencia de que se trata de una “política de Estado” equivocada, que lleva a excesos de deuda y emisión, la Argentina seguirá en la senda de la decadencia.