La finca tiene una capacidad para 6.000 litros de vino de guarda en roble. La sala de vinificación posee tanques de acero inoxidable en su totalidad y cava con barricas de roble francés.
El hotel y bodega Aráoz de Lamadrid se encuentra a 190 km del centro de Córdoba capital (unas 3 horas en auto) en la localidad de San Javier, camino al cerro Champaquí. El nombre del emprendimiento deriva del apellido de la familia a la que pertenece la finca, los Aráoz de Lamadrid, oriundos de la provincia de Buenos Aires, apasionados por el paisajismo y la uva.
El proyecto es encabezado por Gregorio “Goyo” Aráoz de Lamadrid, paisajista y productor agropecuario, y Ana Jordan, psicóloga y psicopedagoga. La pareja y su familia, vinieron desde San Andrés de Giles y en la belleza de las sierras grandes, encontraron un lugar para vivir y luego abrir al público como bodega hotel en octubre de 2018.
“Mi madre me crió diciéndome que siempre hay que tener una profesión con la cabeza y otra con las manos, aquí en la finca al producir dulces y demás ocupaciones, hay mucha tarea con las manos, hay que combinar ambas cosas, es el equilibrio mismo de la vida” recuerda Ana.
Al llegar al establecimiento, nos recibe Alejandro, oriundo de Buenos Aires y amigo de la familia, quien nos cuenta: “Me vine a juntar uvas a la finca del padre de mis amigos y me quedé a vivir acá, enamorado del lugar y el proyecto”. Él es encargado de las visitas guiadas que se ofrecen, como así también del hospedaje y la comercialización de los vinos en el lugar.
Trago mediante, comenzamos con el recorrido por el parque, el cactario de 150 m2 y luego seguimos por la bodega, cava, viñedos y restaurante, donde se puede notar la matriz colaborativa del proyecto, ya que nos van mencionando productores de la zona y artistas del lugar, quienes aportan ese toque autóctono.
“El propósito que se plantearon al crear este proyecto es el de disfrutar de buenas conversaciones, intensas y profundas, en un lindo espacio para compartir una buena copa de vino con comida de traslasierra” nos afirma Alejandro, quien además nos cuenta que si bien es un trabajo artesanal la producción de vino de alta gama que realizan, proyectan implementar normas ISO.
Durante la visita, observamos obras de arte en todos los espacios, interiores y exteriores. Se destaca en el cactario de más de 450 especies, la estatua Aurora la viñatera, de Roberto Lizaso, además de cuadros, intervenciones con libélulas, dragones, serpientes, máscaras, lagartijas, ñandúes y cactus por todo el parque; y hasta una puerta hecha con durmientes de tren y vitrofusión, que van generando gran impacto visual.
“Los componentes del proyecto tienen como eje el encuentro y los vínculos, eso une todo lo demás: la hotelería, bodega y viñedos, arte y gastronomía” nos señala Alejandro camino a la bodega, donde nos cuenta del proceso de vinificación y vemos el sector de fraccionamiento, embotellado y colocación de corchos (en este momento usan los de alcornoque).
El vino se realiza 100% con uva de ese viñedo cordobés, lo que le da una identidad enológica propia del lugar a los tintos, blancos y rosados que se elaboran en tanques de acero inoxidable. El enólogo de la bodega es Federico Zaina, ingeniero agrónomo mendocino que trabaja desde hace más de 8 años en Finca El Tala.
Los varietales y la producción
El viñedo tiene 9 uvas tintas (Malbec, Syrah, Tannat, Petit Verdot, Ancelotta, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Monastrell, Garnacha) y 2 uvas blancas (Chardonnay y Viognier); este año la cosecha se hizo en febrero y la propuesta consta de vinos de alta gama con una identidad cordobesa fuerte, muy definida por los aromas del valle.
Tiene una producción de 15.000 botellas al año y apuntan a futuro a las 20.000, es una bodega pequeña, destinada para el consumo familiar, turístico, huéspedes y venta en finca. Según sus cálculos, esa cantidad alcanza para unas 4.000 visitas y 2.200 noches de hospedaje, más las ventas que se hacen en la tienda propia.
“Queremos elaborar 3 tipos de vinos, blancos y rosados, que son fruta en botella, la expresión de la fruta con una madurez media; es lo primero que cosechamos a principio de febrero. Después una cosecha de tinto con mucha expresión de fruta y una segunda para un tinto con más alcohol, más taninos, más maduración en planta, por ende más perfil para pasar más tiempo en la barrica” relata Soria.
En cava podemos observar recipientes ovoides franceses, por allí pasa el oxígeno que lo va evolucionando; tienen una capacidad total de 4.400 litros y se conserva más la fruta que en el roble, pero no posee el tostado de la barrica de roble francés que también está presente en el proceso de crianza.
La gastronomía del lugar (y el hotel)
En lo referido a la gastronomía y el arte, “Nosotros queremos darle valor a lo que hace único este lugar, entonces buscamos que las obras de arte y los productos que utilizamos en las comidas sean de la zona para dar visibilidad a los productores. Hay muy buenos productos, desde lácteos hasta aceites. En nuestro parque tenemos más de 100 obras de arte de 25 artistas, 20 son de acá de la zona de traslasierra” afirman sus dueños.
La bodega como tal no estaba pensada en un primer momento, estaba dada la condición para el arte y un gran parque, pero con el tiempo comienzan a recibir gente que quería conocer el lugar y a abrir el espacio para sus conocidos. Ana se encargó desde el comienzo de la parte de hotelería y comunicación y Goyo, del parque, el diseño, el lado artístico.
“Nuestros principios son el equilibrio y la sinergia. Todos los componentes son sinérgicos, no hay uno sobre otro, hay integridad para que todo junto te lleve a otra dimensión. Buscamos la calidad, tener la mejor habitación, la mejor visita, el mejor desayuno, el mejor vino, el mejor parque, buscamos desarrollar todo el potencial para poder brindarle a nuestros huéspedes. Y nos rige la sustentabilidad económica y ambiental, para no quitar recursos a los que vendrán” expresa Ana Jordan.
También pudimos recorrer las 6 habitaciones de la hostería; ninguna de ellas pasa desapercibida, ya que presumen colores vivaces y decoración que incluye esculturas en el exterior. 4 de ellas reciben los nombres de El Talita, La Hostería, El Molle y Las Caballerizas. Incluye desayuno en restaurante con vista, pileta próxima al viñedo, y la opción de gastronomía serrana.
El vino solo se vende allí en la tienda de Aráoz de Lamadrid pero realizan envíos de cajas de 3 y 6 unidades por correo Andreani a todo el país. Una opción que ofrecen es la caja de 6, que contiene 5 ejemplares preseleccionados y el sexto a elección del cliente, que repite el que más le gusta, el costo es de $ 7.300.
Las visitas guiadas en las bodegas de la provincia de Córdoba, se consolidan como una opción para las escapadas de los fines de semana. La alternativa que brinda Aráoz de Lamadrid te permite ver varias partes del proceso de elaboración del vino y la degustación del mismo, con maridaje a cargo del chef Nelson Mora a $ 3.900 pesos.