El gobierno nacional dispuso a fin del año pasado que el 2020 tendría un total de 21 feriados y días no laborables; de ese total 12 han ocurrido en cuarentena. Esto, que para algunos es apenas una molestia, representa un verdadero problema para la industria del turismo, que hace más de 100 días no factura.
Según datos provistos por el gobierno provincial, en Córdoba 128 municipios tienen al turismo como principal actividad económica, y 560.000 habitantes viven de este sector. Ahora, todo parece indicar que esos actores perderán las vacaciones de julio, otra de sus temporadas altas.
En diálogo con InfoNegocios, el presidente de la Agencia Córdoba Turismo, Esteban Avilés, explica que la volatilidad de la pandemia hace difícil prever una fecha exacta para que se retomen las actividades.
“Hemos recibido algunos pedidos de reapertura para el mes de julio, que suele ser una época de fuerte movimiento”, señala el mandatario, pero agrega: “Estamos tratando de actuar con prudencia; estos meses que son de invierno, vamos a tener mucho cuidado con los avances de este tipo, dado que la pandemia va a estar en su máximo nivel de riesgo”.
Por otro lado, en los municipios del interior ya dan por sentado que la actividad no se retomará sino hasta dentro de al menos dos meses. Según Melina Stanich, coordinadora de turismo de La Cumbre, su horizonte es octubre: “Esperamos que la situación se encuentre normalizada para el feriado del 12; en esa fecha realizamos la Carrera del Río Pinto, nuestro evento más masivo. Si la situación actual se estabiliza, quizás para septiembre ya podamos empezar a trabajar”.
Además, Stanich adelanta que la reapertura se realizará de forma gradual, similar a lo que ocurre en provincias como Salta, Jujuy y Mendoza: “Se habla de un turismo de proximidad: esto quiere decir que lo primero en habilitarse sería el turismo interno, dentro de nuestra provincia. Luego podrían sumarse corredores turísticos con las provincias del norte, que son las que han tenido menos casos”.
A su vez, durante este primer proceso solo se permitiría el turismo de personas con movilidad propia.
Por su parte, Cristina Oddone, presidenta de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica Córdoba (AEHGC), coincide en que lo más probable es que la actividad se retome en esa fecha, pero no ve viable un regreso tan gradual.
“Hemos hablado con colegas que están abriendo en provincias como Jujuy, Salta y Mendoza y están incluso peor que si no hubieran abierto. Trabajan a apenas el 10%; para no generar pérdidas, un hotel necesita por encima del 50% de ocupación”, advierte Oddone y enfatiza: “En un escenario así, el simple hecho de prender la caldera significa tener que afrontar un gasto mayor a lo que podés recaudar”.
Según la presidenta, para que los hoteleros puedan volver a trabajar es requisito que primero vuelva el transporte: “Que se habiliten tanto las rutas como los vuelos. Nadie se aloja en la misma ciudad donde habita”.
El gobierno nacional sigue manteniendo septiembre como fecha para el regreso de los vuelos. Sin embargo, para Avilés cabe esperar que, incluso con esa aprobación, el escenario no vuelva a ser el mismo para el aeropuerto de Pajas Blancas: “La salida de Latam nos ha impactado muy fuertemente: perdimos entre un 15 y 18% de capacidad en lo que respecta tanto a vuelos domésticos como del extranjero”.
¿Emergencia del sector?
La vocera de AEHGC cuenta que, mediante una encuesta realizada por la federación de hoteleros a nivel nacional, se determinó que cerca del 70% de los alojamientos del país han planteado la posibilidad de su cierre de manera permanente.
Frente a este escenario, desde la Asociación piden que el Estado declare de forma inmediata la emergencia en el sector. La misma implicaría:
- La garantía del programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) durante y hasta 3 meses después de finalizada la cuarentena.
- La eliminación de las contribuciones patronales durante este período.
- Exenciones impositivas inmobiliarias (tanto a nivel provincial como municipal).
- Créditos de montos lógicos y a tasa 0, tanto para capital de trabajo como para el pago de sueldos.
- Exención de los impuestos a créditos y débitos bancarios.
- Trabajar con las tarjetas de crédito para que, durante los primeros 12 meses posteriores a la apertura, no se cobren los descuentos realizados.
- Moratorias para todas las deudas ocasionadas durante este tiempo.
- Reducciones en las tarifas de los servicios públicos.
- Reducción del IVA al 10,5%, y eximir de este impuesto al turismo nacional para fomentar el turismo interno.
El Estado: protocolos y más
Desde la Secretaría de Turismo, Avilés asegura que durante estos últimos tres meses han trabajado en dos grandes objetivos: contribuir a la elaboración de protocolos que permitan un regreso responsable a la actividad, e impulsar estrategias comunicacionales que permitan la vigencia de Córdoba como destino turístico relevante.
Sobre el primero de estos puntos, el miembro del ejecutivo adelanta que los protocolos ya han sido confeccionados (de manera conjunta con las autoridades del gobierno nacional). Aunque aún no se encuentran en vigencia, los interesados pueden leerlos acá.
“La columna vertebral de estos nuevos protocolos es la bioseguridad -enfatiza Avilés, y amplía-, están relacionados al concepto de distanciamiento social y no condiciona en nada a los privados. No les exigimos la compra de herramientas particulares ni otras inversiones de ese tipo. Entendemos la complejidad de esta situación y la carga económica que significa para ellos”. Sin embargo, estas normativas se rigen por el decreto presidencial que condiciona la base física de los locales de cualquier tipo a un 50% de su capacidad.
Oddone muestra la preocupación de los hoteleros sobre esta última medida: “No entendemos cómo puede ser necesario que tengamos habitaciones vacías, si el riesgo de contagio en dos cuartos separados es inexistente. Va a ser necesario evaluar si este protocolo será así para una etapa inicial, y si de a poco se irá alivianando”.
Muchas son las incertidumbres que le toca al sector turístico. Ante ese panorama, resuena una certeza: como dijo medio siglo atrás Álvaro Alsogaray, una vez más, “hay que pasar el invierno”.