Con el furor propiciado por La Sociedad de la Nieve de Netflix ante el “Milagro de los Andes”, la historia del TC-48 vuelve a reflotar, siendo el misterio más grande de la aviación argentina que aun tiene más preguntas que respuestas y que sus familiares, hoy más hijos, sobrinos y nietos de los desaparecidos buscan incansablemente la verdad y poder encontrar los restos para cerrar una herida que lleva 58 años abierta.
Una de ellas es Regina Zurro, hija de Mario Nello Zurro, la voz principal de esta causa y testigo ocular -a sus 8 años- del largo y pesado carreteo que emprendió el TC-48 esa fría mañana de octubre de 1965 a las 4 AM desde la pista de la Escuela de Aviación Militar de Córdoba. Era el viaje final de instrucción de los cadetes de la Escuela de Aviación Militar, la promoción XXXI de oficiales que luego de años de estudio y entrenamiento llegaban al final del camino ¿El destino? San Francisco, California, EE.UU., al que nunca llegaron.
Un vuelo con destino a California, pero que partió a lo desconocido y el misterio del TC-48 aún vive en la memoria de cientos de familiares desde hace casi 6 décadas y que buscan incansablemente hacerse oír generación tras generación para conseguir, algún día, respuestas.
El T-43 y T-48 en la Base Albrook, Panamá.
El coctel de la negligencia
Los Douglas DC-4 son aviones de cuatro motores a hélice introducidos en 1942 -plena Segunda Guerra Mundial- por la Douglas Aircraft Company para abastecer a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y que la Argentina compra en el año 1964.
Al ser aviones pensados para carga, el TC-48 contaba con 10 horas de vuelo, cabina presurizada y espacio para 5 tripulantes y 44 pasajeros además del espacio para carga. En el día del viaje el TC-48 no solo iba excedido en número de pasajeros (iban 68 personas en total) sino que la bodega de carga no contaba con oxígeno. Sumado a la falla en motores que poseía esta aeronave (según cuenta una carta escrita por Mario Zurro, padre de Regina), la sobrecarga y la falta de oxígeno para todos, el TC-48 estaba obligado a volar solo a 3.500 metros de altura, casi a la mitad de su capacidad.
Comienza el carreteo
Las primeras alarmas sonaron en el primer tramo del viaje: el tramo de Córdoba a Mendoza donde el entonces presidente Arturo Illia le iba a realizar la despedida a la promoción, para luego retornar a Córdoba y emprender el viaje final hacia San Francisco. Durante estos trayectos comenzaron a presentarse fallas en los motores, no solo las que venían de cuando fueron adquiridos, sino también fallas subsecuentes por la falta de mantenimiento que tenían.
31 de octubre de 1965: El presidente Arturo Illia saluda a la XXXI promoción de cadetes de la Escuela Militar de Aviación.
Pero el TC-48 no iba solo, para acomodar a todos los cadetes durante su viaje de estudios también iban acompañados del T-43, un avión de similares características, pero con la diferencia de que este sí estaba acondicionado para el transporte de pasajeros. (La T era para designar Transporte y la C, Carga; el TC-48 era así de transporte y carga y el T-43 solo de pasajeros).
El 3 de noviembre de 1965 a las 6:49 el TC-48 emprende su último vuelo desde la base aérea Howard de Panamá, donde a los 43 minutos da la emergencia por el incendio de los 2 de sus motores. Fue exactamente en el punto Mike 5, sobre el Mar Caribe, un lugar que expertos aseguran que es un punto complicado dado las corrientes de aire, y particularmente ese día, con una serie de tormentas que complicaron aún más el viaje de estos cadetes.
La emergencia fue tomada no solo por aviones cercanos, sino también grabada por las torres de vuelo de Las Mercedes (Nicaragua), El Coco (Costa Rica)… y el T-43, que responde: “…enterados, seguimos a El Salvador”.
A las 7:05 el TC-48 establece su última comunicación con el Capitán Protti, piloto de LACSA, Línea Aérea de Costa Rica. Luego el silencio. Un silencio que ha durado 58 años y que ha mantenido en vilo a las familias que buscan la verdad.
¡Jueputa, vuélvanse!
Regina cuenta que con esos insultos se imploraba desde la torre de vuelo de El Coco al T-43 para que volviera, ante la emergencia e incendio de los motores del TC-48, un llamado que fue totalmente ignorado y que podría haber cambiado el desenlace de esta historia. “El T-43 sigue y aterriza en El Salvador sin inconvenientes esperando, entre comillas, que llegue el TC-48. O sea, el primer delito es el abandono que hace el T-43 al TC-48, dos aviones de la misma fuerza, saliendo de la misma escuela de aviación y uno abandona al otro en plena emergencia”, cuestiona Regina y aclara: “Mucha gente me pregunta ¿y qué tenía que hacer? Mantener el contacto visual, continuar en la misma frecuencia radial. En esa época la navegación era con mapas, radar, no tenían el sistema satelital que tienen ahora, ni toda la tecnología, ni siquiera caja negra, ya que eran aviones de la Segunda Guerra Mundial”.
El T-43 no solo hace caso omiso a volver con el TC-48 para ver -en caso de caída- el lugar del accidente, sino que sigue su curso a El Salvador para luego, una semana después de la tragedia sin San Francisco como destino final ya, ir de viaje por Colombia, Venezuela, Guyana y Brasil, arribando a Córdoba el 20 de noviembre de 1965.
“Cuando ellos llegan a Córdoba niegan haber escuchado la emergencia y seis meses después del accidente los familiares se enteran de que el T-43 sí había recibido la emergencia del TC-48”, cuenta Regina.
Una búsqueda express y tres (contradictorios) informes
Ante la desaparición del TC-48, la Fuerza Aérea Argentina le dedicó solo cuatro de los cincos días que la convención internacional establece que debe durar una búsqueda de estas características. Durante estos pocos días se buscó el avión frente a las costas de Panamá, donde el avión acusó la emergencia a las 6:32, descartando que, pese a la declaración, el avión siguió su rumbo hacia Costa Rica hasta las 00:00 hora local del trágico día.
Así, la búsqueda concluye abruptamente y en diciembre de 1965 sale el primer informe donde aclara que: “El TC-48 a 43 minutos de Panamá, sobre el punto Mike 5, se precipitó al mar y todos los pasajeros y tripulación fueron devorados por los tiburones”. Palabras devastadoras para las familias pero que dejaban más dudas que respuestas ante el flojo operativo que tuvieron las fuerzas en la búsqueda del avión siniestrado.
Un segundo informe más “moderado” en diciembre de 1966 cita que“Después del incendio del motor sobre el punto Mike 5, el TC-48 continuó vuelo durante 25 (veinticinco) minutos, tras los cual se perdió contacto con él, estando probado que, sobrepasado Puerto Limón en vuelo, se internó en el mar donde se precipitó”.
En agosto de 1970 sale a la luz el último informe contemporáneo que escuetamente cita: “Avión impactado en tierra, con posibilidad de sobrevivientes en el momento del accidente”. Así, por primera vez, la Fuerza Aérea admite que pudo haber sobrevivientes, una suposición que quedará así para siempre, ya que en meses y años posteriores nunca más se volvió a retomar la búsqueda.
Clyde, la loca de Zurro
Clyde Pereira y Mario Zurro, padres de Regina y este último uno de los tripulantes del TC-48.
Ante la sistemática negativa de la Fuerza Aérea de reabrir la búsqueda Clyde Pereira de Zurro, esposa de Mario y madre de Regina emprendió el viaje hacia Costa Rica junto al Capitán Juan Tomilchenko y el Suboficial Orlando Bravino, padres de los cadetes desaparecidos a quienes luego se le suman otros familiares, todos con un objetivo en común: encontrar el avión.
“Mi mamá se va 16 meses a Costa Rica y traen un montón de pruebas que creyeron que con eso la Fuerza Aérea iba a buscar el avión, pero no, no buscó nada”, afirma Regina. “Mi mamá siempre me decía:‘yo creí que me iba a volver con él, que lo iba a encontrar y que nos íbamos a volver juntos’”.
De izq. a der.: Capitán Ulate, Capitán Giménez, Clyde, José Pepe Viteta (hermano del cadete Viteta) en San Isidro del General, Costa Rica.
Todo el viaje fue financiado íntegramente por las familias y aportes de solidarios. Allí lograron adentrarse en la selva, conversar con aborígenes del lugar que lograron darles testimonios, que sostienen la teoría de los familiares de que el avión nunca cayó en el mar, sino más bien en la selva costarricense, con la posibilidad de que haya habido incluso sobrevivientes.
La falsa prueba
Cédula militar del cadete Oscar Vuistaz, presentada como supuesta prueba de la teoría del accidente por parte de la FAA.
En la escueta búsqueda la FAA logra recuperar del mar salvavidas con tierra y una cédula del desaparecido cadete Oscar Vuistaz, junto con dólares y un par de gemelos en perfecto estado.
Pero todo era falso.
Un 15 de agosto de 1966 los padres del aún desaparecido cadete reciben una carta anónima que en uno de sus párrafos cita la terrible verdad: “de todos los padres de nuestros compañeros del TC-48, ustedes son quizás los más cruelmente engañados. Indirectamente yo colaboré con ello. Su hijo me pidió en Panamá que le llevara su cédula, los dólares y unos gemelos. Temía extraviarlos… Cuando se nos comunicó el accidente, yo entregué al entonces director de la escuela (Brigadier Andrada) eso que no me pertenecía y en especial el dinero del que se me había hecho depositario. Después todo ello fue utilizado mal: para evidenciar una muerte en el mar”.
Carta anónima enviada por un cadete del T-43 diciendo la verdad sobre la cédula. A día de hoy fue el único de sus tripulantes en hablar.
No solo echa a la luz una serie de sistemáticas mentiras y ocultamiento por parte de la FAA. La misma cédula -en poder de sus familiares- fue sometida a pericias de la Gendarmería Nacional y también por el experto en criminalística Roberto Mezza Niella, arrojando ambos peritajes que la cédula en cuestión no estuvo en contacto ni por un segundo con el agua.
¿Y los salvavidas?
Serían la única prueba fehaciente del avión en cuestión, pero también estaban en tela de juicio ya que los recuperados eran verdes, mientras que, según la carta que Mario Zurro le mandó a su familia desde Perú (y que llegó pocos días después del accidente) a su familia, relata que eran anaranjados.
Pero poco se puede comprobar ya que los mismos, junto con declaraciones y todas las pruebas aportadas por familiares para la búsqueda del avión se destruyeron en el derrumbe de un ala del Edificio Cóndor en 1980, dejando el caso del TC-48 en un halo de misterio ad eternum.
Viraje
En 2008, y luego que Regina junto a otros familiares crearán una asociación para radicar la denuncia por desaparición en la Fiscalía N°3 de Tribunales Federales, la Fuerza Aérea da un giro de 180° y se ofrece, 42 años después, a retomar una nueva búsqueda de los restos del TC-48, dejando de lado el “speech” oficial de que cayó al mar y que sus tripulantes fueron devorados por tiburones.
Fueron 7 nuevas búsquedas, llamadas Esperanza I, II y III, IV, VI, VII retratadas incluso en un documental de 2009 por El Doce, pero ninguna trajo respuesta alguna.
Equipo de búsqueda para el operativo Esperanza I, en 2008. El primer operativo luego de 42 años de silencio.
Un reclamo que no distingue ideologías
Desde su desaparición el pedido de respuestas ha sido continuo los últimos 58 años. “No hubo gobierno al que nosotros no le hayamos presentado nota de pedido de reapertura de búsqueda”, sentencia Regina.
“Ni peronistas, ni radicales, ni militares. Hay una acción sistemática para ocultar la verdad y aún hoy, a 58 años es algo que incomoda, en especial si es alguien de la Fuerza Aérea”.
“Para nosotros no son héroes, son víctimas. Héroes son los familiares que los buscaron en un lugar tremendamente hostil y en contra de la censura del gobierno argentino, aún en Costa Rica”.
Los 68
Tripulación
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Comandante de Aeronave: Comandante Renato Humberto Felippa
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Primer piloto: Capitán Miguel Ángel Moyano Villarraza
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Segundo piloto: Capitán Esteban José Viberti
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Navegador: Comandante Luis Gaudencio Merlo
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Mecánico: Suboficial Principal Basilio Rotchen
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Co-mecánico: Suboficial Mayor Amado Fernandez
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Radio-operador: Suboficial Mayor Osvaldo Juan Arto
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Comisario de a bordo: Suboficial Principal Roberto Mendozi
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Apoyo técnico: Capitán Jorge Santiago Horta
Oficiales pasajeros
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2º Jefe de la Delegación: Comodoro José Abelardo Fonseca
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Comandante: Mario Nello Zurro
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Comandante: José Carlos Losano
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Capitán: Miguel Ángel Álvarez Paz
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1º Teniente: Jorge Eduardo Olocco
Los 54 cadetes de la promoción XXXI
Capital Federal
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Sub.Pr.Cad.: Ricardo José Salomón García
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Cadete: Carlos José Marchesoni
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Cadete: Jorge Reymundo Sellares
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Cadete: Oscar Ricardo Taddeo
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Cadete: Juan Carlos Monferini
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Cadete: Luis Nicolás Origone
Buenos Aires
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Sub.Ayud.Cad: Jose Luis Ferletic
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Sub.Aux.Cad: Jorge Luis Betoño
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Sub.Aux.Cad: Adalberto Manuel Carrilero
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Sub.Aux.Cad: Juan Carlos Santiago
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Cadete: Osvaldo Enrique Giussani
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Cadete: Hector Oscar Atie
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Cadete: Jorge Amilcar Sanchez
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Cadete: Jorge Eduardo Catalá
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Cadete: Julio Segundo Gamen
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Cadete: Roberto Francisco Vitetta
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Cadete: David Cristian Gauna
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Cadete: Pedro Alberto Zabaleta
Entre Ríos
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Sub. Pr .Cad.: Gerónimo Lorenzo Terradas
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Sub.Aux.Cad: Juan Bernardino Tomilchenko
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Cadete: Jorge Juan Stamelos Ruefli
Santa Fe
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Sub.Ayu.Cad.: Emilio Carlos Guarnieri
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Sub.Ayu.Cad.: Roberto Lionel González De Luca
La Pampa
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Sub.Ayu.Cad.: Roberto Luis Pessana
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Sub.Ayu.Cad.:Alberto Abelino Senas
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Sub.Aux.Cad.: Bartolomé Esteban Vesco
Corrientes
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Cadete: Raúl Daniel Ortiz
Fuerza Aérea Peruana
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Sub.Ayu.Cad.: Tulio Salomón Ortiz Ugaz Calderón
Córdoba
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Sub.Pr.Cad: Raúl Alberto Ramello
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Sub.Ayu.Cad.: Ricardo Guillermo Montenegro
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Sub.Ayu.Cad.: Mario Omar Castellano
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Sub.Aux.Cad.: Héctor María Becerra
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Sub.Aux.Cad.: Marcelo Pirusel
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Cadete: Víctor Domingo Colantonio
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Cadete: Alfredo Luis Trigo
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Cadete: Lorenzo Juan Martínez
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Cadete: Mario Alberto Pérez
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Cadete: Luis Ricardo Bellés
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Cadete: Roberto Nicolás Ramaglia
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Cadete: Roberto Luis Stangalino
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Cadete: Argentino Osiris Rodeyro
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Cadete: Orlando Pedro Bravino
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Cadete: Antonio Rafael Nomdedeu
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Cadete: Walter Horacio Almada
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Cadete: Julio Mario Pereyra
Catamarca
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Sub.Ayu.Cad.: Juan José Seco Rincón
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San Luis
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Cadete: Juan Carlos Royo
Mendoza
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Cadete: Juan Domingo Alguacil
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Cadete: Juan José García
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Cadete: Enrique Miguel Páez
San Juan
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Cadete: Ricardo Augusto Guzzo
Salta
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Cadete: Oscar Vuistaz
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Cadete: René Benjamín Labrousans
Tucumán
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Cadete: Federico Carlos Bremme
La historia del TC-48 es el máximo ejemplo de corrupción, el ego y el poder que rodeaba la Argentina por ese entonces. Un desastre que se cobró la vida de 68 almas dispuestas a dar la vida por la Patria y que 58 años después… todavía los estamos buscando.
Mural ubicado en la esquina de Donaciano del Campillo y Mariano Larra, Córdoba, en homenaje a los 68 desaparecidos del avión TC- 48 de la Fuerza Aérea Argentina.