En un hogar, un 25% de la energía se la llevan los artefactos electrodomésticos, otro 25% el agua caliente sanitaria y la mitad restante la consume la calefacción y refrigeración. La aislación térmica permite que la temperatura de una vivienda no “se vaya” a través de las paredes.
Federico Zúñiga, arquitecto y asesor técnico de Andima explica: “Aislar térmicamente tiene beneficios económicos, sociales y por supuesto, medioambientales”.
“El ahorro económico es del 70%. Las viviendas y edificios se clasifican de la letra “A” a la “G”, siendo los “A” los más eficientes energéticamente, consumiendo menos del 55% de energía que la media”, detalla.
En cuanto a los beneficios sociales, Zúñiga entiende que ”existe un cambio generacional: los jóvenes tienen incorporada una mayor conciencia ambiental”. Las nuevas generaciones comen y se visten de forma sustentable, pronto comenzarán a demandar vivir en una vivienda eficiente y ecofriendly. La aislación térmica previene las enfermedades respiratorias, evitando la condensación de la humedad que produce hongos y moho. A su vez, mitiga el efecto invernadero y atenúa el cambio climático.
Los materiales utilizados para la aislación no son costosos y representan el 1,5% del valor total de una obra. Desde Andima destacan que “se puede instalar tanto en obras nuevas como en pre existentes, incluso en construcciones con materiales antiguos como ladrillos”.
Si bien en Argentina la normativa vigente avanza en Rosario, Buenos Aires y Neuquén, entre otras ciudades y provincias, el porcentaje de construcciones con esta alternativa sustentable es muy bajo. Solo un 1%, mayormente concentrado en edificios premium, complejos de hotelería y sectores con necesidades climatológicas extremas. “Hay una oportunidad de negocio que los desarrolladores y las constructoras no están viendo”, afirma.
“Si trazáramos un camino de prioridades en la transformación sustentable, la aislación térmica sería el primer paso”, resume Federico. La posibilidad de perder o ganar temperatura, reduciendo el gasto de energía para climatizar los hogares, resulta una inversión deseable y para nada costosa.
Se puede pensar en una casa “energía cero” (ahorrando un 70% en las facturas de luz y gas)
(Por Einat Wald / RdF) Las viviendas y los edificios habitacionales utilizan un tercio de la energía de un país. Con el aumento en las tarifas, crece la demanda en aislación térmica. Actualmente, solo un 1% de las construcciones aplica esta medida de eficiencia energética.