El video comenzó a circular por las redes hace un par de días. El blanco y negro de la imagen denotan que es tan antiguo como su concepto.
Según información a la que accedió InfoNegocios, fue pensado en 1971. La actriz que interpreta el papel de ama de casa es Juana Hidalgo (del actor no pudimos recabar datos).
-¡Uh, no tengo manteca! ¿Y si le pongo margarina?, dice el personaje que interpreta Hidalgo, y que termina con un plato de fideos en la cabeza.
Los creativos presentaron su idea durante una reunión de directorio de SanCor y provocó un escándalo. Empero se lanzó junto a otros dos comerciales más, nos ayuda a reconstruir la historia Carlos Acosta, acaso el más fogueado de los periodistas de publicidad.
En esa época se había instalado una guerra entre la manteca y la margarina. “La campaña pegó muy fuerte y salió con los tapones de punta contra la industria de la margarina que trataba de reemplazar la manteca con un producto de otra calidad”, recuerdan publicistas de la agencia que desarrolló la publicidad.
Aunque en el presente a ningún creativo se le pasaría por la cabeza una idea así (no llegaría ni a boceto de un comercial), en 1971 pasó los “filtros”, pero luego de algún revuelvo la propia Sancor decidió sacar el spot del aire.
“Ahora es apología del delito. Ahora -a lo sumo- romperíamos el plato contra el piso. Esto es un extremo, nunca son buenos los extremos, aunque ahora estemos en otro”, comentó sobre la publicidad de SanCor, Carlos Acosta, periodista, director y editor de Reporte Publicidad (un medio especializado en comunicación, marketing y publicidad).
Dánica Dorada, era para untar
En aquellos años, la “mesa de los argentinos” tenía algunos integrantes inamovibles: primero, la misma familia nuclear (papá, mamá, dos hijos), que todavía entonces comulgaban para desayunos, almuerzos (sobre todo los fines de semana) y cena.
Eran épocas de “al pan, pan, y al vino, Toro”, de leche pasteurizada (nada de baja en grasas, con hierro y bacilos) y de manteca, acaso el símbolo de poder de consumo de la entonces extendida clase media.
Al que le iba muy bien, se decía, “tiraba manteca al techo”.
Por entonces, también irrumpía un sustituto de la manteca, la margarina, mucho más económica y de apariencia similar.
Para instalar la categoría, otros publicistas crearon un memorable spot que incluso tuvo revival años más tarde: una niña rubia, típica hija de clase media, iba al almacén repitiendo la marca y el principal atributo del producto: untable. “Dánica Dorada, era para untar”, latiguillo que se instaló a fuerza de repetición en los consumidores que -entonces- con suerte tenían un par de canales en blanco y negro que llegaban por aire al living del hogar.
A casi medio siglo de aquella disputa y cuarentena mediante, los datos de consumo dicen que crece fuerte el consumo de manteca (y dulce de leche), mientras que la fábrica de Dánica cerró sus puertas en Llavallol, Buenos Aires, en medio de un conflicto gremial.