En Laguna Larga existe una empresa familiar con un récord: ser la única firma, entre las ciudades de Córdoba y Villa María, con 69 años ininterrumpidos de historia. Se trata de Estructuras Sacilotto. Todo comenzó en 1954, casi por casualidad. La planta todavía funciona en Hipólito Yrigoyen 1181, el mismo lugar de toda la vida.
“Mi viejo con mis cuatro tíos formaron una sociedad familiar. Trabajaban en el campo y decidieron venirse de Monte Ralo a Laguna Larga”, explica Sergio Sacilotto, segunda generación de la empresa.
Todo empezó como una herrería. Y se montó una línea de zaranda y también de casillas rurales. Más adelante sumaron implementos agrícolas y luego comenzaron con algunas estructuras. Actualmente el 65 % de la producción son estructuras metálicas, 25 zarandas y el resto corte y plegado.
La primera generación de Sacilotto tiene un hito: patentar dos inventos. El cuerpo de rastras y la rastra rotativa, que sirven para preparar la tierra para la siembra. “Se las vendieron a todos los que pudieron en su momento, hasta que se quedaron sin mercado en la zona. Fue en la década del 60”, señala Marcelo Sacilotto, el otro de los cuatro hermanos que integran la sociedad.
Ese gen innovador de la empresa fue sembrado especialmente en Hernán Sacilotto, el más chico de los tres hermanos varones. “Siempre me gustó ver lo último que hay en tecnología y aplicarlo acá”, dice. Y anuncia que están por hacer un nuevo lanzamiento: se trata de módulos habitacionales. Están pronto a realizar una prueba piloto, para luego lanzarlo al mercado. Creen que será antes de fin de año.
Los éxitos y las caídas de ayer y de hoy
Inicialmente la empresa estuvo a cargo de cinco hermanos pero, por distintos motivos, solo quedaron dos. Ninguno había podido terminar la escuela primaria, que debieron abandonar pronto para ponerse a trabajar.
Los fundadores fallecieron. De ellos, solo uno tuvo descendencia. Y todos sus hijos están hoy al frente de la empresa. Son Marcelo (51), Sergio (48), Hernán (41) y Carolina (39).
Marcelo y Sergio fueron los primeros en sumarse, siendo adolescentes. “Lo primero que hicimos fue barrer. Después aprendimos a soldar”, cuenta Marcelo. Y Sergio apunta que la idea de sus padres era que aprendieran a “laburar” para poder comprarse lo que les hiciera falta.
Todos trabajaban en la empresa. “Recuerdo verla a mi vieja soldando o pintando”, dice Marcelo. “Aún hoy mi mamá nos sigue controlando y anda atrás de cada paso nuestro”, suma Hernán (41). “Es la gerente”, dicen y se ríen los tres.
En todos estos años la firma tuvo vaivenes. Y hubo dos crisis fuertes. Una fue con la ley 1050, de Martínez de Hoz, que resultó letal para muchos deudores. “Mi viejo no insultaba, pero cuando se acordaba de Martínez de Hoz decía ‘este viejo hijo...’ y dejaba la frase ahí”, recuerda Sergio, imitando con gestos a su padre. “Él nos contó que en ese tiempo se fundió laburando”, señala.
De allí logró salir, según recuerdan sus hijos, gracias a la confianza de la gente. “Es que antes la palabra era un documento por escribano. Mucha gente le dio una mano a mi viejo. Así como salió mi viejo, también salieron otros industriales”, indica Marcelo.
Y antes de 1990 volvieron a vivir otra crisis (que no sería la última). Esta dificultad estuvo más ligada a la organización interna.
Segunda generación, a pleno
Una vez que ya se habían sumado a la firma todos los hermanos, intentaron profesionalizar y horizontalizar la empresa. Y un día llegó el golpe de suerte.
Medio por casualidad les salió un trabajo grande, para una persona reconocida en Oncativo. “Ese fue el trampolín. Por ese trabajo salieron varios más”, recuerdan. La publicidad de entonces, tan efectiva como lenta, fue el boca en boca. A uno solo de esos clientes le construyeron ocho galpones en poco tiempo. Aún eran todos muy jóvenes.
Cuentan que después de “pelearla por muchos años” finalmente llegó el tiempo de progreso. Fue entre 2004 y 2010, en el marco del boom de la soja. “Nos atamos atrás del capo y allá fuimos”, dicen.
Entre otros desafíos de la firma señalan el hecho de que se trate de una empresa familiar. Sergio lo explica así: “La ventaja es que los socios son tus hermanos, y la desventaja es que los socios son tus hermanos”. (Risas)
Ahora reconocen que volvieron a una meseta, “en gran medida por toda la incertidumbre política que existe”, explican. Aun así señalan que, cuando miran atrás, sienten orgullo por lo que lograron.
Estructuras Sacilotto
- En la planta trabajan 25 empleados
- Sus clientes están en casi todo el país
- Valores: atención al cliente, calidad y postventa
- Visión: trabajar, progresar y seguir creciendo
- Un mensaje para los jóvenes: que sean optimistas, pese al contexto