Llegaron para ser los mesías de la transferencia de datos cuando la palabra nube solo existía en los libros de meteorología. Hoy, resistieron el avance de la tecnología y conviven con otros puertos evolucionando para ofrecer tasas de velocidad mucho más rápidas.
Y es que el USB, a diferencia de los viejos puertos seriales del pasado, ha ido variando de formas, adaptándose a computadoras, notebooks, módems, cámaras y smartphones, convirtiéndolos en el estándar por excelencia en la industria tecnológica.
Esta evolución vino acompañada de nuevas formas físicas como lo son el USB Tipo-A (el clásico), micro USB, USB Type-C y Apple Lightning, pero, además, el estándar también sufrió cambios “internos”, como los famosos USB 3.0, USB 3.1 Gen 1 y USB 3.2 Gen 1. Esto no supone un cambio físico, simplemente son los nombres que han ido recibiendo las distintas variantes del USB conforme las tasas de transferencia aumentaban, por lo que un USB 3.1, es capaz de transferir archivos de manera mucho más rápida que un 2.0 y así, con la ventaja de que todo el estándar goza de retrocompatibilidad, por lo que podremos usar un USB 3.1 en una entrada 2.0 sin problemas, teniendo en cuenta las limitaciones de velocidad que suponen las versiones más antiguas.
Actualmente la versión más reciente es la USB4, el último estándar USB anunciado por el USB-IF (el consorcio encargado de desarrollar y gestionar la implementación del estándar en el mundo). Está basado en el protocolo Thunderbolt, utilizando el conector USB Tipo-C como protagonista y tendrá una velocidad máxima teórica de 40 Gbps (5000 MBps), manteniendo a su vez la compatibilidad con versiones anteriores de puertos USB.