El internet de las cosas está hoy presente entre nosotros: aunque aún no nos demos cuenta, muchos ya tendrán en su muñeca un smartwatch, otros controlarán sus recorridos en bicicleta o corriendo a través de una app y quizás otros tantos ya puedan vigilar su casa desde su smartphone y hasta climatizarla antes de llegar a ella.
Toda la información que brindan estos dispositivos y aplicaciones que nosotros utilizamos para beneficio personal la estamos entregando a cambio del servicio que nos brindan, que generalmente es gratuito.
La vinculación entre esos datos y el marketing digital es cada vez mayor y eso provoca que la industria deba adaptarse: no más banners, no más venta dura. Sí habrá mucho más de generación de contenidos e información educativa que ayude a conocer el producto y aprovecharlo mejor.
Consideremos que lo que mencionamos al principio de la nota es sólo lo básico cuando hablamos del Internet de las cosas. Nuestros vehículos tendrán información en tiempo real sobre el tráfico para evitar embotellamientos, no dependeremos más de la radio o de un usuario de Twitter que nos reporte. Las lámparas de luz nos avisarán cuando se esté por acabar su vida útil y hasta la heladera se encargará de ayudarnos en nuestra compra de supermercado.
En Estados Unidos ya se están realizando pruebas con personas que llevan consigo microchips que recopilan información de todo tipo sobre sus comportamientos.
En corto plazo toda esa información estará a disposición del marketing y habrá que saber aprovecharla para aportar valor y soluciones a un consumidor que esperará la solución exacta en el momento preciso. ¡Un nuevo desafío de era!