Es un mensajero como Whatsapp, pero con algunas particularidades:
- Es un emprendimiento sin fines de lucro.
- Las comunicaciones (textos, imágenes, audio) son end-to-end, es decir, se encriptan y desencriptan de un teléfono a otro, sin pasar por servidores de terceros.
- Se pueden generar conversaciones secretas cuyos contenidos son seteados para ser borrados en determinado tiempo.
“En gobierno lo usamos todos”, nos dijo un alto funcionario de la administración Macri que prefiere esa vía de diálogo con la prensa que el tradicional Whatsapp, supuestamente más vulnerable y “buchón” (de hecho, Telegram impide que un mensaje se reenvíe, desalentando un poco el “lleva y traiga”).
Además, Telegram permite usuarios “boots” (robotizados), algo que Whatsapp penaliza y complica su uso corporativo.
Finalmente, la aplicación de escritorio de Telegram es más completa que la del líder de la categoría, permitiendo -por ejemplo- sumar contactos desde una PC desktop que es más práctica por su teclado.