Se está consolidando una generación de compradores que exige que las empresas se adapten a ellos y a sus posibilidades. En nuestro país gran parte de la población no supera ingresos anuales por $ 250.000. Para este gran segmento la moda “low cost” representa una gran oportunidad.
En Argentina, empieza a crecer el “cheap and chic”, barato y elegante, estilo que está instalado en el mundo. Surge un consumidor híbrido, que apuesta por el lujo accesible. Busca gangas con el propósito de auto-percibirse como un consumidor inteligente en su capacidad de comprar y elegir.
La moda “low cost” nos permite acceder a outfits económicos, que por serlo, no pierden valor, actualidad ni tendencia. Cada vez más millennials adhieren al consumo “cheap and chic”.
El desafío de estas marcas será retener a estos consumidores de precio que son mucho más volátiles e infieles que los consumidores de valor. Se preguntarán cómo retenerlos y qué valor destacar en estas experiencias.
El éxito del modelo se alcanzará con la siguiente fórmula: diferenciar la oferta y producir a bajo costo un producto que sea percibido a un precio justo. El shopper buscará en la tienda una experiencia de calidad y calidez.
El servicio es una prestación humana, cuyos resultados dependen de la interacción del asesor de ventas con el shopper. El comportamiento de los empleados será clave en la calidad de servicio: deberemos brindar una experiencia humana y amigable.
El “low cost” no implica que el cliente sea abandonado a su suerte o que el valor sea percibido como “low service”. La calidez no cuesta más, sólo depende de las actitudes del personal o el asesor de ventas. La clave de la marca debería ser tener el número justo de vendedores, pero que todos sean excelentes, para buscar el mayor engagement con los shoppers.