¿Cómo era tu infancia?
En mi casa éramos muy humildes. Si hay algo que me marcó fue ver el esfuerzo que hacían mis padres para comprarme lápices de colores y llevarme al cine. Siempre me gustó dibujar e ir al cine y eso nunca lo voy a olvidar.
¿Cuándo fue el momento que sentiste que la fotografía era lo tuyo?
Desde siempre. Siempre me gustó observar todo, hasta a través de un pan: cuando era muy chiquito agarraba una flautita de pan, le hacía un agujerito y miraba por ahí.
¿En qué momento cambió tu vida para siempre?
Cuando con mi mujer, Maricel, fuimos padres el 1 de septiembre de 1993.
¿Qué cosa guardás como un buen recuerdo?
Venía haciendo desde hacía un tiempo trabajos fotográficos para fiestas. El día que hicimos nuestra primera producción, en 1993, fue increíble. La hicimos en un departamento que habíamos alquilado con José Cicala, en la calle Alsina. Fue nuestro primer trabajo profesional.
¿Cuál fue el momento más feliz de tu vida?
Tengo muchos momentos felices, pero ya que estamos voy a contar uno gracioso: la primera vez que comí scones, me los regaló mi mamá. Tenía cinco años y la acompañé a comprar lanas. ¡No podía creer lo que estaba comiendo! Lo más cómico es que nunca volví a comer unos tan ricos. Siempre tengo la fantasía de encontrar el mismo sabor pero eso nunca pasa. ¡Hasta probé scones en París! Y nada iguala a esos que probé ese día de lluvia con mi mamá.
¿Cuál es tu orgullo?
Dentro de mis trabajos, poder fotografiar a Cher. Eso me dio muchísima satisfacción. La amo y es un ícono. ¡Todavía no lo creo!
¿Qué te hace reír siempre?
Pensar en octubre de 1991: ese día, con José Cicala, atendimos un parque de diversiones.
¿Cuál es la frase que te identifica?
“Qué suerte tengo de ser yo”. La inventé yo, por eso es mi frase de cabecera.