Una tormenta perfecta azota a Arcor:
- Está en el rubro del consumo masivo en un mercado en recesión (70% de su operación depende de Argentina)
- Tiene deuda en dólares que se multiplicó tras la devaluación
- Muchos de sus productos van a contramano de las tendencias saludables
- Su CEO, Luis Pagani, es también el presidente y accionista y eso impregna las decisiones de una carga emocional y subjetiva que debería estar en manos de un profesional externo.
En un comunicado emitido ayer a las apuradas, la firma dice:
Ante versiones infundadas y malintencionadas que han circulado en el día de la fecha en relación a la situación financiera de nuestra empresa, queremos informar que Arcor no se encuentra en ningún proceso de reestructuración de sus pasivos, ya que cuenta con una sólida posición financiera.
Lamentamos profundamente la repercusión que ha tenido esta noticia falsa, que, con irresponsabilidad, empaña el rol de los medios de comunicación en informar la verdad.
No obstante, la información de balance presentada por la propia empresa muestra que mientras las ventas crecieron al 40% (con la inflación) en lo que va del año, los gastos financieros treparon más del 500%, pasando de $ 2.000 millones a más de $ 13.000 millones.
Los pasivos financieros, en tanto, pasaron de $ 30.000 millones a casi $ 57.000 millones.
El sitio La Política Online (al cual supuestamente apunta la desmentida de Arcor) insiste en que la declamada solidez financiera no tiene validación unánime del mercado:
"Tienen un volumen muy alto de Obligaciones Negociables (ON) en dólares. Normalmente las empresas las van renovando, pero como se cerró el mercado de capitales en dólares y el financiamiento en pesos tiene tasas inviables, no tienen otra salida que ir hacia una reestructuración. Es un default elegante, pero no tienen otra alternativa. Claramente vendiendo galletitas no podés cubrir un agujero de $ 6.200 millones", comentó a LPO el analista de mercados Francisco Uriburu.
Aunque Luis Pagani fue artífice de grandes logros para la empresa (muchos de esos caminos ya trazados por su padre Fulvio y por gerentes de excelencia como José Giai), el actual CEO y presidente nunca logró dar un salto en dos dimensiones relevantes:
- Lograr una mayor internacionalización de Arcor (hace años que se propuso y nunca pudo cumplir que más del 50% de sus ventas vengan del exterior)
- Hacer cotizar a la empresa en Bolsa, un paso donde hubiera perdido parte del control que tanto le gusta ejercer, pero que hubiera puesto a la empresa en otro escalón evolutivo.
Con un semestre más por delante con retracción del consumo (como mínimo), Arcor seguramente empeorará sus números y deberá hablarle al mercado con claridad sobre cómo afrontar la situación. Quizás sea el momento para que un nuevo CEO tome el timón.