“Nada hay más poderoso que una idea a la que le llega su momento”, dijo el escritor (pero también político) Víctor Hugo, condensado en una frase una verdad grande como una catedral.
Y en Argentina va madurando la idea de que el peso tiene los días contados.
Por ahora la certeza que crece es esa: hay que quitar el señoreaje a los gobiernos argentinos, cualquiera sea su signo político.
Y a partir de ahí se acaba el creciente consenso y se abren distintos caminos.
Dolarizar, la idea que enarbola Javier Milei es también la más comentada. Como hicieron Panamá (donde convive con el Balboa) y Ecuador (donde no hay moneda local), el país dejaría de usar el peso y pasaría a regir con dólares norteamericanos.
La cantidad de dólares que muchos argentinos ya tienen acumulados facilitaría este nuevo sistema que -además- cuenta con muchos más adeptos de los que se piensa
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Con un trillón dieciocho mil trescientos cincuenta y ocho billones cuatrocientos sesenta y tres mil setecientos cuarenta y cinco millones setecientos sesenta mil por ciento de inflación acumulada desde que se creó el Banco Central, hay otras ideas en torno a cómo salir de la catástrofe del peso.
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Para el economista y diputado Martin Tetaz, una alternativa a la dolarización sería “realizar”, es decir, converger junto a Brasil (y otros socios del Mercosur) en una moneda única, en un camino similar al que transitaron los países de la Unión Europea tras el Tratado de Maastricht que sentó las bases de una convergencia macroeconómica.
Sería -quizás- la solución más sensata para una región que no ha sabido articular acuerdos de libre comercio o unión aduanera. En contra -para Argentina- es que sería una solución de mediano plazo que dejaría con vida al peso aún varios años más.
Por un camino similar pero diferente, la idea de crear una moneda llamada Sur (que cobra fuerza en estos días con la cumbre de la Celac en Buenos Aires y la visita del presidente Lula da Silva de Brasil) implicaría -en primera instancia- una tipo de cambio orientado al comercio internacional, más que a la circulación minorista.
En línea con lo hecho por Nayib Bukele en El Salvador, hay quienes impulsan la idea de adoptar en Argentina el Bitcoin (o alguna otra criptomoneda) como forma de eliminar la posibilidad de emisión al Banco Central y los generadores de política monetaria.
Lo interesante en esta proliferación de alternativas es que todas parten de una idea base: el peso ha cumplido su pésima función como moneda en Argentina.
Pero para que haya sucesión, primero debe haber un muerto. Nuestra moneda agoniza, sí, pero quizás aún no le llega el tiro del final.