El futuro de las empresas B en Argentina: “Mejoran la productividad y crean relaciones de largo plazo” (mano a mano con Cecilia Peluso)

En el mes de las Empresas B, Cecilia Peluso, CEO de Limpiolux y copresidenta del directorio de Sistema B Argentina, destaca los beneficios integrales que las empresas B obtienen en el mercado argentino y comparte sus visiones sobre el futuro de este movimiento en América Latina.

Cecilia Peluso, CEO de Limpiolux

Durante el mes de marzo, las empresas B del mundo se proponen visibilizar el compromiso y accionar de las compañías unidas por su gestión de triple impacto (generar valor económico, social y ambiental) y, junto con Sistema B, buscan mostrar que el cambio hacia negocios más inclusivos, equitativos y regenerativos para todas las personas y el planeta es posible y necesario.

En una conversación con Cecilia Peluso, CEO de Limpiolux y copresidenta del directorio de Sistema B Argentina, la ejecutiva resalta el desafío de mantener la convicción en el impacto positivo en un contexto desafiante para las Empresas B, subrayando la necesidad de promover diálogos inclusivos y acciones concretas para crear políticas públicas sostenibles. Además, destaca los beneficios integrales que las empresas B obtienen en el mercado argentino y comparte sus visiones sobre el futuro de este movimiento en América Latina. 

 

—¿Cuál es el mayor desafío que enfrentan en este contexto las Empresas B?

—El mayor desafío es sostener la convicción de que la fuerza del mercado tiene un rol clave para fomentar el bien común. El hecho de promover este propósito a veces nos toca en contextos más maduros y otras veces en contextos más emergentes. A veces en circunstancias más o menos favorables, pero en cualquiera de estos contextos, la firmeza en nuestras convicciones es lo que nos permite seguir trabajando con la mirada puesta en generar y escalar impacto positivo. Hoy nos toca promover el diálogo y el consenso entre las partes interesadas, entendiendo que todas las decisiones que se tomen en términos de políticas públicas necesitan de la convocatoria activa y creativa de todas los actores sociales involucrados. Por allí van los desafíos: aumentar el volumen y acelerar el impacto para habilitar conversaciones y acciones que contribuyan a crear políticas públicas sostenibles que tengan en cuenta la interdependencia entre las personas y el planeta.

Buscamos que las conversaciones y las acciones ya no giren en torno a no hacerle daño al planeta, sino a entender que somos parte del problema y que ahora tenemos la responsabilidad de ser parte de la solución, utilizando la fuerza del mercado para cocrear una nueva economía equitativa, inclusiva y regenerativa.

 

—¿Cuáles son los principales beneficios que obtienen las empresas B en el mercado argentino?

Personalmente creo que el beneficio más importante es el camino. El proceso nos transforma porque nos hace tener muchas conversaciones hacia dentro de la organización que nos permiten tomar mejores decisiones. ¿Por qué son mejores decisiones? Porque son decisiones informadas. La medición tracciona a la sistematización y a la trazabilidad. 

  • Empezamos a ver números en áreas donde podemos ser fuertes y en otras donde quizás hay puntos de dolor. Nos permite tener conversaciones valientes y transversales a toda la organización. No se trata ya de responsabilidad social como un área que gestiona la parte solidaria de la empresa o de ambiente que mira que estemos separando bien los residuos, sino de una mirada integral de triple impacto que vive en toda la organización. Desde el punto de vista de nuestra empresa, en el caso de Limpiolux nos da una mirada integral respecto de qué significa el desarrollo y el bienestar de las personas. Si comparamos, por ejemplo, con índices de la industria, nuestros niveles de ausentismo o litigiosidad son bajos. Y eso está vinculado a una forma de hacer las cosas orientada a estar cerca de las personas. Todavía nos queda mucho por hacer, pero es justamente la herramienta de medición la que nos va identificando esas oportunidades de mejora.

  • Lo que tenemos sumamente claro es que, si acompañamos a las personas para que estén bien, la productividad mejora. Porque quien bien está, bien logra. Desde el punto de vista de la cadena de valor, nosotros siempre apuntamos a relaciones de largo plazo. Y creemos que la certificación B profundizó este valor dándonos aún mejores relaciones y conversaciones con todos los públicos de interés. Esto significa mejores formas de identificar, evaluar y contratar proveedores. Y también de integrarlos a esta mirada.

  • En lo que respecta a nuestros clientes, a la hora de tener conversaciones difíciles como son por ejemplo las renegociaciones, hablar de nuestra certificación y de nuestro compromiso habilita el poder contarles que, a través de la contratación de nuestro servicio, están contribuyendo a generar impacto social positivo mediante inclusión y desarrollo de las personas.

  • Otro gran beneficio es ser parte del ecosistema B, poder articular y compartir experiencias y mejores prácticas. Trabajar con otras empresas B es muy sencillo. Todo se resuelve más rápido cuando se comparten valores.

  • Y también hay beneficios económicos. Cada vez hay más programas de inversiones de impacto para empresas de la nueva economía. Se alientan financieramente todo tipo de proyectos que dan soluciones ambientales y sociales, y ya hay bancos que tienen líneas de crédito específicas para empresas B.

 

—En el contexto de América Latina, ¿observan los mismos beneficios y desafíos?

—América Latina atraviesa circunstancias similares respecto de contextos económicos, sociales, y ambientales. Pero también, cada país enfrenta problemas específicos. Latinoamérica tiene, además, mucha diversidad cultural y de ecosistemas. Algo que debemos usar a nuestro favor para proponer nuevas economías que recuperen sabidurías ancestrales que siempre han vivido con una noción de interdependencia entre las personas y la naturaleza. 

 

Respecto de los beneficios, hoy hay países como Perú, Ecuador, Colombia, Chile, y Uruguay tienen ley BIC aprobada. La Ley BIC es un marco legal que da identidad a empresas de Triple Impacto, que son aquellas que integran la creación de valor económico, social y ambiental.

En Argentina se presentó la Ley de Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (BIC), que recibió media sanción en la Cámara de Diputados en diciembre de 2018 y fue un gran hito para toda la comunidad de triple impacto. Sin embargo, en marzo del 2021, el proyecto de ley perdió estado parlamentario al no ser tratado en el Senado de la Nación. En 2022, hubo 4 proyectos de Ley BIC en el Congreso Nacional, dos en diputados y dos en senadores: tres de ellos perdieron estado parlamentario. Hoy esperan tratamiento el de la diputada Margarita Stolbizer y en 2023 volvió a presentar un proyecto la senadora Gladys González.

Un marco legal como el propuesto en la ley beneficiaría a emprendedores con un propósito ambiental o social que va más allá de la generación de valor económico; empresas y pymes que amplían su modelo de negocio pasando del modelo tradicional al de la nueva economía; a las organizaciones de la sociedad civil, a quienes se les da una respuesta a sus reclamos y una ayuda en pos de este propósito común; los inversores responsables e inversores de impacto que se caracterizan por buscar, además del retorno financiero, la generación de un impacto social y/o ambiental positivo; consumidores comprometidos que quieren elegir alternativas de consumo sustentable; a los trabajadores desarrollándose profesionalmente dentro de un ecosistema laboral basado en valores como la inclusión, el cuidado y la responsabilidad social y a la sociedad en su conjunto y el ambiente ya que son los principales destinatarios del nuevo enfoque basado en la inclusión, innovación y sustentabilidad.

 

—¿Cómo evaluás la percepción y la receptividad de los consumidores argentinos hacia las empresas B en comparación con las empresas convencionales?

—En un marco más general, de acuerdo con el estudio de “Tendencias de consumo online con impacto positivo en América Latina” de Mercado Libre, el consumo con impacto positivo sigue creciendo en el país. En Argentina, los compradores crecieron un 13% en el 2023 respecto del año anterior. La generación Z y los millennials son quienes eligen más estos productos y servicios.

Respecto de las empresas B, podemos decir que en Argentina hay más de 200 empresas certificadas que emplean a más de 23 mil personas y facturan US$ 2.004 millones por año en 29 industrias.

En lo referente al empleo es muy importante destacar que la generación millennial busca sentirse realizada profesionalmente trabajando por un propósito. Por lo tanto, también ser empresa B es una oportunidad para atraer talento. 

 

—¿Cuáles son los sectores de la economía argentina donde las empresas B están teniendo un mayor impacto y por qué?

—El top 5 de industrias con Empresas B certificadas en Argentina es: la manufactura, los servicios profesionales, la tecnología, alimentos y bebidas y la consultoría. 

Desde la fundación de Sistema B en 2012 hasta el 2020, en Argentina había 100 Empresas B. Dos años y medio después, el número de Empresas B en Argentina se duplicó de 100 a 200. Hoy somos 218 y contando. Esto pone en evidencia que cada vez hay mayor interés por parte de las empresas en medir y gestionar el impacto que generan.

 

—¿Cómo piensa Limpiolux seguir trabajando en su impacto en los próximos años?

—Vamos a seguir trabajando desde las raíces, eso significa sostener el legado que empezó mi abuelo, de contribuir a la comunidad y hacerlo por las maravillosas personas que hacen nuestra empresa.

Y haciendo un doble clic en nuestro negocio en particular, en un contexto económico complejo y en una industria donde muchas veces se antepone el precio a la calidad, en Grupo Limpiolux buscamos que los servicios de facility sean una industria valorada por las soluciones que aporta todos los días para que otras actividades económicas y productivas funcionen.

Desde el año pasado somos empresa carbono neutral y vamos a seguir promoviendo una medición eficiente y acciones que contribuyan a la regeneración ambiental, especialmente para que ese modelo de gestión llegue también al cliente a través de soluciones. Somos una empresa de mano de obra intensiva, y como tal una gran dadora de empleo, y por eso debemos seguir trabajando para profesionalizar la actividad, promover el trabajo decente y crear oportunidades de desarrollo para las personas.

Nosotros ponemos, desde hace 58 años, el foco en la importancia del trabajo genuino, en términos de inclusión, desarrollo y medio para la regeneración social. Un trabajo digno le ofrece a la persona pertenencia, motivación y, en el mejor de los casos, un propósito. Cuando falta trabajo en nuestras comunidades, en nuestros países, decimos que se rompe el tejido social. Y en nuestro país sabemos que es una herida abierta que debemos sanar. En la nueva economía, creemos en el poder innovador que tiene brindar soluciones para un mundo que las necesita y hacerlo de manera urgente. Un problema social, como la informalidad laboral, tiene su solución en crear puestos de trabajo y oportunidades de crecimiento para las personas. Hacia allá vamos, con la convicción de que requiere la colaboración de otros actores sociales como el gobierno, la academia, los sindicatos y la sociedad en su conjunto.

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