Su estrategia fue armar una “vaquita” de dólares (de flujo, sobre todo) que le permita aguantar una pulseada contra el peso: ayer deslizó que juntó entre US$ 15.000 y 25.000 millones entre el acuerdo con las cerealeras (US$ 6.000 millones), la conversión a dólares de partes del swap con China (no dio cifras), adelantos de ingresos de empresas (también s/d) y un bono del Banco Central que aportaría (US$ 5.000 más).
Con ese banco de municiones debería poder aguantar tranquilamente no ya las primeras tres próximas semanas (donde se concentrará la liquidación de cerealeras), sino generar más stock de confianza para revertir el proceso de fuga de divisas y empezar a caminar el camino inverso.
En el camino irá desarmando bombas: la deuda con de los importadores (cronograma de entrega de divisas o bono voluntario), sobreabundancia de pesos y -¡la gran batalla!- evitar un gran corrimiento a precios y empezar a alinear expectativas de aumento con las metas (aún no explícitas) de inflación.
Un tema no menor es que los procesos técnicos de los bancos (home banking y en ventanilla), fluyan hoy y eviten nervios innecesarios que empujen una mayor demanda.
Hoy el partido parece ganado desde el vestuario… pero el campeonato es mucho más largo.