Dato: en Argentina consumimos 114 gramos de azúcar diarios por habitante, cuatro veces la cantidad recomendada por la Organización Mundial de la Salud que va entre 25 y 50 gramos. Este exceso contribuye al crecimiento de la obesidad y las enfermedades crónicas no transmisibles (como la diabetes, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y enfermedades cerebrovasculares), que son la primera causa de muerte en el país.
En ese contexto, no suena razonable que actores de la industria de la alimentación sigan promoviendo el consumo de golosinas con movidas como la Semana de la Dulzura. Por eso fue ganando peso su antítesis: la Semana de la NO Dulzura que concluyó este domingo alertando sobre la pandemia de obesidad, especialmente, entre niños.
“Esta iniciativa reúne a todos los ciudadanos que exigen vivir en un entorno más saludable y se preocupan por mejorar la alimentación. Somos diferentes hombres y mujeres y organizaciones participantes y cada uno difunde los mensajes que cree prioritarios con ese único fin”, afirman desde una organización.
Como explica Elizabeth Rigada, licenciada en Nutrición y promotora de estas jornadas, "no queremos demonizar alimentos pero sí invitar a que seamos más conscientes y registremos lo que llevamos a la boca; muchas veces hay azúcar que no sabemos que está en determinados alimentos porque aparecen detrás denominaciones como jarabe de maíz de alta fructosa o
maltodextrina".
En paralelo a estos avances en la toma de conciencia de la población, en agosto empiezan a regir los tiempos de la ley de etiquetado frontal que obligará a determinados alimentos a incluir en su packaging hasta 4 octágonos negros alertando si se trata de contenidos de la siguientes condiciones:
- Alto en azúcares
- Alto en grasas saturadas
- Alto en sodio
- Alto en caloría
- Contiene edulcorantes (evitar en niños)
El 20 de agosto inicia un cronograma donde los alimentos fabricados en Argentina empezarán a llevar estas advertencias -explica Rigada- y será un hito importante en esta batalla para ser cada vez más conscientes de cómo nos alimentamos, sin estigmatizar alimentos, pero intentando sumar opciones más saludables como indica nuestra gráfica alimentaria, con 50% de frutas y verduras y muy pocos dulces y grasas.