Esa es la situación que describe Delfino luego de que el Banco Central haya decidido que todas las compras de empresas que superen los US$ 75.000 deberían ser notificadas con anticipación. Hasta el lunes ese monto estaba fijado en los $ 150.000.
“Estamos entrando en un default comercial. La deuda con proveedores extranjeros ya es de casi US$ 9.000 millones y el impacto en la actividad económica será inevitable”, sostiene.
Y recuerda que esta situación es producto de que el gobierno decidió implementar un estricto control de capitales desde 2011, anclar el tipo de cambio para combatir la inflación y pelearse con el campo (NdR: única fuente de dólares genuinos).
“Por entonces decíamos que pisar las importaciones como única herramienta para cuidar el saldo de la balanza comercial haría entrar en una espiral involutiva y lamentablemente no nos equivocamos con ese análisis”, acota Delfino.
Una devaluación – para permitir recuperar dólares por exportación rápidamente pero a costillas de un ajuste para quienes tienen ingresos fijos en pesos en el país – no es la solución mágica, asegura.
“Acá es necesario que todos confiemos en que puede haber un cambio de rumbo del país. La devaluación por sí misma no sirve, hay que apuntar a una competitividad genuina y en ese sentido es necesario recuperar la confianza para que crezca la inversión”, finalizó con cierto optimismo.