Primero sería correcto entender qué trabaja cada una:
- Inteligencia emocional: permite reconocer y gestionar las emociones.
- Mindfulness: es la capacidad de atención plena y de estar en el momento presente que permite ser conscientes para actuar.
Partiendo de la idea de que toda organización es una red nerviosa emocional estas disciplinas se convierten en una opción para la coordinación de los miembros de la empresa y el liderazgo.
Dos de las emociones que predominan en las empresas son el resentimiento y la resignación. El primero produce enojo y hace que la persona no piense y ataque, y el segundo, tristeza e impotencia. Ambos generan rumor. Por el contrario, el optimismo y el entusiasmo atraen a la creatividad.
Ahí interviene la inteligencia emocional, explica Cristina Schwander: “Con la conversación puedo reconstruir la emoción y cambiarla”. El mindfulness, ayuda por ejemplo a reducir la ansiedad y el estrés mediante la meditación diaria y ejercicios de atención.
No trabajan con patologías sino con el desarrollo de habilidades. Por eso, ayudan a la formación de líderes, que no siempre es el jefe. El líder es el más influenciador y como tal debe tener confianza y credibilidad.
Estos temas estarán presentes hoy en el 4° Congreso y Workshop Inteligencia Emocional, Mindfulness y Liderazgo Coach.