"Argentina vuelve a presentar grandes oportunidades", explica Heinemann sobre el desembarco en el país de Signium, una consultora internacional con más de 60 años de experiencia en la búsqueda de directivos de alto rango.
Y cuando habla de alto rango alude a ejecutivos con salarios anuales entre $ 3 y $ 10 millones (pesos), según la forma norteamericana de medir las remuneraciones (equivale a salarios mensuales entre $ 250.000 y $ 800.000).
Con más de 20 años de expertise en reclutamiento y capacitación de altos ejecutivos para diversos mercados, Heinemann lleva más de 30.000 personas entrevistadas a lo largo de su carrera y lo sigue haciendo en su día a día.
"A veces me doy cuenta que alguien no sirve para la posición en 5 minutos, pero por cortesía una entrevista siempre dura entre media hora y tres cuartos de hora... yo en mi agenda las marco como una hora completa", explica.
Con una base de datos de más de 100.000 ejecutivos, muchas entrevistas se realizan hoy vía Skype, sobre todo aquellas que van a generar nominados para una "long list" (lista larga de unos 10 candidatos) o una "short list" (entre 2 y 4 finalistas), donde siempre define el cliente.
-¿El dinero marca la diferencia?
-El dinero es mucho menos decisorio de lo que se piensa. Claro que a alguien que está ganando $ 400.000 al mes no lo voy a llamar para una posición de $ 250.000, pero te diría que los tres vectores que deciden son:
- El proyecto al que se lo convoca, que sea desafiante y en una industria con buenas perspectivas
- La empatía con el entorno, donde entra la misma empresa (si es familiar o multinacional) y -muy importante para el ejecutivo argentino, donde está localizada la empresa. Acá somos más renuentes a mudarnos.
- El dinero o "las platas", como dicen los chilenos, explica Heinemann.
-Escribiste un libro que dice "La gente no cambia"... ¿estás seguro?
-Segurísimo: no vas a poder hacer algo distinto con las mismas personas. Ojo, la gente puede cambiar en el entorno familiar, cambiar algún hábito, mejorar en algún orden de su vida personal, pero en lo laboral los comportamientos esenciales de los individuos no son transformables. Si insistimos con esa fórmula, del otro lado sólo hay frustración.