Marta Harff comenzó siendo parte de una empresa que vendía jabones para baños públicos, un producto que aún no estaba desarrollado en los `70. Luego de 18 años en este proyecto, decide separarse y crea su propia empresa con su propio nombre. Los jabones con formas y aroma a frutas se convierten en un gran atractivo de la marca por su presentación, pero según nos cuenta Marta, sabía que estos no iban a ser usados, solo iban a ser decorativos y no se iban a reponer, por lo que decide crear otros productos que sí tuviesen reposición como shampoos, espumas de baños, aceites corporales, entre otras cosas.
“En el `99 me viene a ver un grupo inversor americano, me seducen y me proponen qué es lo que quería yo para crecer y cuánto podría crecer, con una empresa que hasta el momento tenía 20 locales, de los cuales 8 eran propios”, nos cuenta Marta Harff sobre el crecimiento de la marca.
La firma llegó a tener 40 locales, propios y franquicias, y pasó a ser para la revista Mercado la empresa de mejor imagen emergente en el 2000. Un año después Marta Harff vende la empresa, que en el 2006 se declara en quiebra.
De lo malo se aprende… o sale algo bueno
Y así fue con Marta Harff, la mujer que a pesar de haber perdido la empresa que llevaba su nombre, en 2007 se anima a desarrollar de cero Perfumum Bue, una marca que hoy tiene 15 locales -3 propios y 12 franquicias- distribuidos en Buenos Aires, Rosario, La Plata, Brasil y España.
Con productos totalmente diferentes, pero con una identidad que el cliente la asimila a la marca anterior, Perfumum Bue cuenta con más 200 ítems que van desde perfumes ambientales -donde la marca fue pionera con las varas-, hasta productos de la línea personal.
Con esta marca sin embargo se le da créditos a su creadora, ya que en las etiquetas de todos los productos figura que es creado y desarrollado por la Sra. Marta Harff.
El costo de obtener una franquicia de Perfumum Bue, entre el fee de ingreso, costo inmobiliario y la inversión en mercadería inicial, se encuentra en los US$ 30.000.
“Hoy no repetiría el error de ponerle mi nombre a la marca”, concluye Marta Harff.