Aunque se lo recuerda por esa frase donde parece ingenuo al imaginar que "los mercados" le iban a responder "con el corazón", Pugliese fue un notable político radical que al final de su vida pública aceptó inmolarse por el gobierno que integraba.
El fracaso de Pugliese en su breve paso por Economía (duró menos de dos meses) era la crónica de una muerte anunciada. El gobierno de Alfonsín estaba vacío de poder por sus propias ineptitudes (sí, también por algún empujón del peronismo y la CGT de Ubaldini), tal como se está vaciando de poder el gobierno de Alberto Fernández.
"Le pegué entre ceja y ceja", dejó trascender el entonces candidato del radicalismo y gobernador de Córdoba, Eduardo Angeloz, cuando Sourrouille le presentó la renuncia al presidente Raúl Alfonsín. En su carrera "de atrás" para alcanzar a Menem en las encuestas de 1989, el Pocho entendía que Sourrouille era un lastre. Se habían agotado el efímero Plan Austral y el más efímero Plan Primavera y la Argentina iniciaba su camino a la hiperinflación.
El Angeloz de Guzmán fue, que duda cabe, “la señora”. El ahora ex ministro tuvo un pequeña revancha: presentó su dimisión a la sociedad por redes sociales justo cuando "ella" estaba haciendo lo que más sabe y más le gusta: hablar sobre cómo hay que arreglar a este país roto.
Ahora Alberto Fernández necesita un Pugliese. Alguien que intente hablarle (y habrá que ver qué le dice) a los mercados y esperar que en la próxima semana el dólar paralelo y los financieros no pongan norte a los $ 300.
Hace ya varias semanas que Sergio "ventajita" Massa (como le gusta hostigarlo al macrismo) suena como un puente entre lo que Cristina imagina que debería hacerse con la Economía y lo que Alberto y la realidad marcan que se podría hacer. El hombre de Tigre será muchas cosas, pero tonto no es.
Sabe que tendrá que jugar cartas distintas si no quiere ser también un efímero ministro y quemar buena parte de su capital político que aún (extrañamente) conserva.
Por ahora, la oposición mira y espera debajo de aquella reflexión napoleónica: “Cuando tu enemigo esté ejecutando un movimiento en falso, nunca lo interrumpas”.