De a ratos parecía que el gobernador Schiaretti no era plenamente consciente del momento económico del país, con una inflación que corre al 100% anual, con déficits gemelos (fiscal y comercial) y con un humor social cada vez más denso y tenso.
En su correcta exposición de la Fundación Mediterránea, el gobernador evitó este año gráficos con la situación fiscal de Córdoba (que sigue siendo muy sólida, en su versión) pero volvió a reivindicar el modelo de gestión que ejerce su administración en la provincia, sin intervención sobre el Poder Judicial y con previsibilidad en materia de impuestos y reglas de juego.
Tras su declarada intención de “jugar” en las próximas elecciones presidenciales, Schiaretti instó a “superar la grieta que inició el gobierno kirchnerista”, volvió a criticar el intento de juicio político a la Corte Suprema y renegó que cada nuevo gobierno que llega a la Casa Rosada busca “refundar el país”.
Hizo hincapié en que hay que resolver el crónico déficit fiscal y el saldo negativo cuenta corriente de la balanza de pagos (exportaciones más inversiones menos importaciones, giros de capital y pagos de la deuda externa).
En su mirada, los dólares que le hacen falta al país deben venir de las exportaciones agropecuarias, de gas y petróleo, minería, economía del conocimiento, de la pesca y del turismo receptivo.
Para eliminar el déficit fiscal propuso ordenar el Estado y reducir subsidios, sin un ajuste salvaje y abogó por ser un más “normal y sensato”.
Melconian, en sintonía “buenista”
Antes del gobernador, el presidente del IERAL de la Fundación Mediterránea tampoco dio muchas precisiones sobre el plan económico que se pondrá a disposición del próximo gobierno.
Sin mencionar cómo piensa desindexar la deuda interna, cómo lograr superávit primario para poder pagar la deuda externa y cómo bajar una inflación de tres dígitos a uno, Melconian también pareció disociado del momento económico y político.
Curiosamente, ni Melconian ni Schiaretti hicieron mención al programa de “reperfilamiento” de la deuda en pesos que encara el ministro Masa y que dejará campo minado para el próximo gobierno con una cláusula que garantiza liquidez a los bancos, obligando al BCRA a pagar “cash” cuando un prestamista institucional desee el dinero.
Melconian repitió varias veces que “uno más uno es dos” (en materia económica) siempre y en todo lugar y Schiaretti abogó por políticas con sentido común, conceptos que nadie podría rebatir pero que suenan a muy poco en una Argentina con una economía en falsa escuadra.