Ningún encuestador apostaría su credibilidad a un pronóstico definitivo sobre si habrá o no balotaje, pero con los últimos números en la mano desde el bunker de Daniel Scioli proyectan que ya han llegado a los 42 puntos y que sólo una aceleración en el voto a Macri en los últimos 10 días evitaría una consagración en primera vuelta.
Consciente de su momento y del que transitan sus rivales, Scioli los espolea: “mientras los demás se pelean a ver quién puede tratar de estar más ‘en contra de’ o ver el voto útil, de qué manera se puede pelear ese segundo puesto, yo estoy totalmente abocado a llevar a la Argentina a las próximas grandes victorias, que tiene que ver con un proceso histórico de desarrollo del país”.
Desde Cambiemos, la realidad de los números encuentra sus matices: en estos últimos días una porción del electorado cansado del kirchnerismo verá que sólo un voto a Macri podrá alargar la esperanza de una renovación en diciembre. El aclamado “voto útil” no se expresa tanto en las encuestas previas, como en las horas previas y el mismo día de la elección, analizan.
El sciolismo entiende que hizo un buen trabajo “rascando la olla” del electorado: sumó lo más que pudo desde las PASO, incluyendo 8 puntos en Córdoba que serán clave en el escrutinio. “Hoy estamos ya en 22% en Córdoba y todavía podemos sacarle unos puntos más a Massa”, dicen sus hombres con campamento en el Hotel Windsor. Según sus números, Macri obtendría 43% en esta provincia y Massa caería hasta el 18%. Hm, suena a mucho para Scioli y a demasiado poco para Massa + De la Sota.
Lo cierto es que no le queda mucho más por decir a Scioli en la campaña: por eso empieza a hablar de lo que vendrá en diciembre, juega con nombres para su gabinete y se aleja del “barro” donde pelearán Macri y Massa los 10 últimos días.
“Tanto debate y discusión hay entre (Mauricio) Macri y (Sergio) Massa con respecto al voto útil, y quiero convocar a los argentinos al verdadero voto útil que está a favor del país para ir a definir una elección a lo previsible, a lo confiable, al voto seguro, al voto que garantiza la etapa del desarrollo argentino que, humildemente, estoy absolutamente convencido de poder llevarla adelante y cumplir la expectativas de todos los Argentinos”. Ese es el libreto.
En una sola cosa coinciden encuestadores y los búnkers de campaña: serán las elecciones más apasionantes en su definición desde 1983. “El primer dato relevante se va a conocer incluso antes de las 18 –nos dicen-: el porcentaje que concurrió a votar”. Es que en las últimas PASO concurrió sólo el 74% del total habilitado, 7 puntos menos que las anteriores primarias presidenciales. Ojo: si volvieran a votar un 80% del padrón implicaría unos 2 millones de votos adicionales a repartir… ¿para quiénes?
Nadie lo sabe. Es verdad que muchos afines al gobierno podrían haberse visto tentados a no concurrir en agosto porque no había grandes disputas en ese espacio. Pero también lo es que muchos ya hartos del gobierno tampoco lo hicieron porque lo único que les preocupa es que se vayan los K. Especulaciones.
Sabiendo cuántos concurrieron a las urnas (y el clima meteorológico no será un jugador menor en esto), la otra incógnita a despejar es la cantidad de voto en blanco, que no cuentan a la hora del cómputo de porcentajes para el “40+10”. Un millón de votos en blanco ya hubo en las PASO con muchas más alternativas: nada indica que serán menos de eso los desencantados de todos. Acá la conveniencia es clara: cuantos más votos en blanco, menos chances de que Scioli llegue a los 40 (si es que no los tuviera ya) o –incluso- al 45%.
Situados imaginariamente en el mediodía del 25 de octubre, con los primeros cortes de las encuestas “boca de urna”, empezará la guerra de nervios, los Whatsapp cruzados y las especulaciones. El azar de los números de la sociopolítica (si tal cosa existiese) obliga a los principales actores de la Justicia Electoral a ser exageradamente prolijos y minuciosos esa tarde. Sería bueno, incluso, un “simulacro” previo con los canales y móviles afectados al operativo para que todos sepan cómo van a suceder las cosas en materia de datos y sus eventuales contingencias.
Scioli empieza a sentir que está muy cerca de su sueño. Macri sigue creyendo que la sociedad –en su mayoría- se cansará del peronismo. Massa aprieta el sprint final en una carrera que supo liderar y que ahora lo manda al último escalón del podio. Al podio, sí. Pero al último escalón.
Los dos puntos de Rodríguez Saá serán o una anécdota o un valdrán oro el día después. La izquierda (circunstancialmente con Del Caño) tiene un espacio propio e insular. Margarita, si hubiera segunda vuelta, debería dejar en libertad de acción a sus votantes: arriarlos hacia Scioli o Macri supondría un estrés innecesario para el progresismo vernáculo.
Como en esas definiciones futboleras a matar o morir, Scioli va ganando y se ilusiona con un gol más que le asegure la serie. Empiezan los 15 minutos finales. Macri busca a los penales como sea, porque los partidos nunca se acaban… hasta que se acaban.